Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/105

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
103
La ciudad de Dios

CAPÍTULO XV

De la justa paga que recibieron los primeros hombres por su inobediencia, Y por cuanto no atendieron al mandato de Dios, que los había criado, que los había hecho á su imagen y semejanza, que los había designado por superiores y señores de todos los demás animales, que los había colocado en el Paraíso, que les había dado salud y abundancia de todas las cosas, que ni les cargó de preceptos que fuesen muchos ni graves, ni diflcultosos, sino que les dió uno solo, y ése compendioso y levísimo, para la conservación de la obediencia y de la subordinación con que les advertía que él era Señor sobre aquella criatura á quien le estaba bien una libre servidumbre, fueron justamente condenados, y condenados en tal conformidad, que el hombre, que si observara puntual.


mente el mandamiento, fuera también espiritual en la carne, fuese carnal asimismo en el espíritu. Y porque con su soberbia se había agradado y pagado de sí, por justicia de Dios fuese entregado á sí propio para que no estuviese como había pretendido en su omnimoda, absoluta é independiente potestad, sino que, desavenido igualmente consigo propio, pasase debajo de aquel con quien se había avenido, pecando, una dura y miserable esclavitud, en lugar de la libertad que solicitó, habiendo muerto voluntariamente en el espíritu, y habiendo de morir contra su voluntad en el cuerpo; y supuesto que había desamparado la vida eterna, fuera también condenado á la muerte eterna, si no le libertase la gracia. Y el que piensa que semejante condenación es demasiada o injusta, sin duda que no sabe medir ni tantear la gravedad de la malicia que hubo en el peca-