Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/111

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
109
La ciudad de Dios

abrieron los ojos de entrambos, y conocieron que esta— ban desnudos y entrelazaron hojas de higuera y se hicieron sendos ceñidores.» Abriéronse, dice, los ojos de entrambos, no para ver, porque también antes veían, sino para discernir y conocer el bien que habían perdido y el mal en que habían caído. De aquí que el árbol que daba este conocimiento á los que comían su fruto contra la prohibición del mandamiento, tomase el nombre de árbol de la ciencia del bien y del mal; porque con la experiencia de los trabajos que se padecen en la enfermedad, apréciase inejor el gusto de la salud.

Conocieron, pues, que estaban desnudos, estándolo, en efecto, de aquella gracia que era la que hacía que ninguna desnudez cuerpo (porque ley del pecado no repugnaba á au espíritu) los avergonzase y confundiese. Conocieron, pues, lo que, por fortuna suya, hubieran ignorado si, siendo siempre fieles y obedientes á Dios, no hubieran cometido un pecado que les forzó á tocar y sentir por experiencia el daño que causan la infidelidad y la inobediencia, Confusos, pues, y avergonzados por la inobediencia de su carne, testigo y pena de la suya propia, acomodaron unas hojas de higuera en la forma que algunos traductores latinos llaman campestria, esto es, succintoria ó ceñidores para cubrirse las vergüenzas. Preflero la palabra campestria, que es latina, y significa calzón, vestido corto que usaban los jóvenes que, desnudos, se ejercitaban luchando en el campo, cubriendo solo sus partes vergonzosas, y de aquí que á los así ataviados les llame el vulgo campestratos.

Así, pues, lo que en pena de la culpa de inobediencia movía el apetito inobediente contra el fuero de la voluntad, cubríalo con empacho la vergüenza. De aquí que todas las gentes, por descender de aquel tronco, tan cuidadosamente acostumbran á cubrirse las ver-