Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/122

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
120
San Agustín

oye alapóstol cómo reprende las monstruosas torpezas de las mujeres que immutaverunt naturalem usum in eum usum qui est contra natura, principalmente porque no nos referimos á tan abominable liviandad, sino que explicamos como nos es posible los afectos y pasiones de la humana generación, huyendo y excusando palabras deshonestas y torpes.



CAPÍTULO XXIV

Que si perseveraran los hombres en el Paraiso inocentes y con el de la obediencia, usaran de los órganos genitales para la procreación de los hijos como de todos los demás, al albedrío de la voluntad.


▾ Engendrara, pues, el varón y concibiera la mujer cuando fuera y cuanto fuera menester con los órganos genitales, movidos por la voluntad y no estimulados por el apetito torpe. Porque no sólo movemos á nuestro albedrío los miembros que tienen sus músculos y huesos, como son los pies, las manos y los dedos, sino que también los que constan de blandos nervios cuando queremos, los movemos sacudiendo, y los alargamos extendiendo, y los doblamos torciendo, y los endurecemos encogiendo y apretando, como sucede con los que en la boca y en el rostro mueve la voluntad cuanto puede. Los mismos pulmones que, fuera de las médulas, son las partes más muelles y blandas de todas las interiores, y, por tanto, estan guardados y murados en la caverna del pecho para alentar y respirar, para emitir la VOZ Ó para modificarla, á manera de fuelles de fragua ó de órgano, sirven al albedrío y voluntad del que sopla, respira, habla, clama ó canta. Nada diré de los anima-