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San Agustín

«con fortaleza toca de fin á fin, y con suavidad dispone todas las cosas»; sino que donde convino significarnos cómo la gracia concede gratuitamente á los hombres el don de Dios, que no nos es debido, fué necesario dar el hijo como no lo da el curso ordinario de la naturaleza; pues la naturaleza niega ya los hijos al ayuntamiento de hombre y mujer, cual podía haberle entre Abraham y Sara, agregándose también á aquella edad la esterilidad de la mujer, la cual no podía parir entonces cuando le faltaba, no edad á la fecundidad, sino fecundidad á la edad. No debiéndose por ello á la naturaleza que se hallaba en esta disposición el fruto de la posteridad, significa que la naturalera humana corrupta con el pecado, y con justa causa condenada, no merecía desde entonces gracia que se asemejase á la verdadera felicidad.

Así muy bien nos significa Isaac, nacido en virtud de la divina promesa, los hijos de la gracia, los ciudadanos de la ciudad libre, los compañeros de la paz eterna, donde hay amor, no de la voluntad propia y en cierto modo particular, sino el amor que gusta del bien común é inmutable, y que, de muchos, hace un corazón; esto es, la obediencia del amor, reducida ya á una suma y perfecta concordia.



CAPÍTULO IV

De la guerra ó paz que tiene la ciudad terrena.


Pero la ciudad terrena, que no ha de ser sempiterna, porque cuando estuviere condenada á los últimos tormentos no será ciudad, en la tierra tiene cierto bien