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La ciudad de Dios

las demás naciones, se habían de prefigurar y vaticinar todos los sucesos que en espíritu se preveía que habían de acontecer en aquella ciudad, cuyo reino ha de ser eterno, y á su rey y fundador Jesucristo; pero sin pasar en silencio tampoco lo que fuese necesario referir de la otra sociedad y congregación de hombres que llamamos ciudad terrena, para que de este modo la Ciudad de Dios, cotejada con su adversaria, venga á ser más ilustre y esclarecida.

Así que, como la Sagrada Escritura refiere el número de los años que vivieron aquellos hombres, y concluye diciendo de aquel de quien va hablando que engendró hijos é hijas y que fueron todos los días; que el tal ó el cual vivieron tantos años, y que murió: ¿acaso porque no nombra estos mismos hijos é hijas por eso debemos entender que por tantos años como entonces vivían en la primera edad de este siglo, no pudieron nacer muchos hombres con cuyos enlaces y sociedades se pudieran fundar todavía muchas ciudades? Pero tocó á Dios, con cuya inspiración se escribían estos sucesos, el disponer y distinguir primeramente estas dos compañías con sus diversas generaciones, para que se tejiesen á una parte las generaciones de los hombres, esto es, de los que vivían según el hombre, y á otra las de los hijos de Dios, esto es, de los que vivían según Dios, hasta el Diluvio, donde se refiere la distinción y la unión de ambas sociedades: la.distinción, porque se refieren de por sí las generaciones de ambas, la una de Caín, que mató á su hermano, y la otra del otro, que se llamó Seth, porque también éste había nacido de Adán, en lugar del que mató el hermano, esto es, Cain; y la unión porque declinando y empeorando los buenos, se hicieron todos tales que los asoló y consumió con el Diluvio, á excepción de un justo que se llamaba Noé, su mujer, sus tres hijos y sus tres