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San Agustín

buena, porque el mismo impulso con que se separa lo uno y lo otro, que estaba en el viviente unido y trabado, tiene un sentimiento áspero y contrario á la naturaleza en tanto que dura, hasta que se extinga y pierda todo el sentido que resultaba de la misma unión del alma y del cuerpo. Toda esta molestia á veces la ataja un golpe en el cuerpo ó un trastorno del alma, y no permite que se sienta, anticipándola con la presteza; pero todo aquello que, en los que mueren, con el grave sentimiento. quita el sentido, sufriéndolo piadosa y fielmente, acrecienta el mérito de la paciencia, masno la quita el nombre de pena; y así, siendo la muerte sin duda, por la descendencia continuada desde el primer hombre, una pena del que nace, con todo, si se emplea por la piedad y justicia, viene á ser gloria del que renace, y como la muerte es retribución y recompensadel pecado, á veces impetra y alcanza que no se dé castigo al pecado.



CAPÍTULO VII

De la muerte que padecen por la confesión de Jesucristo los que no están bautizados.


Todos aquellos que sin haber recibido el agua de la regenaración mueren por la confesión de Jesucristo, les vale ésta tanto para obtener la remisión de sus pecados, como si se lavasen en la fuente santa del bautismo; pues si dijo Jesucristo «que el que no renaciere con el agua y con el Espiritu Santo, no entrará en el reino de los cielos», en otro lugar le eximió, cuando con expresiones no menos generales, dijo: «al que me confesare delante de los hombres le confesaré yo tam-