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San Agustín

T 46% SAN AGUSTIN das las edades del número de lo que vivió cada uno: y el no haber hecho esto en la sexta generación, es lo que más nos persuade á que por eso lo hizo, cuando el asunto que decimos lo pedía, porque no le hizo donde no lo pedía.

En esta generación halló en los hebreos que Jareth vivió, antes que engendrase á Enoch, ciento sesenta y dos años que, para él, según la cuenta de los años breves, son diez y seis y algo ménos de dos meses, la cual edad es ya idónea para engendrar. Y así no fué necesario añadir cien años breves para que fuesen veinte y seis de los nuestros, ni quitar los mismos después de nacido Enoch, porque no los había añadido antes que naciese. Así sucedió que en este particular no hubiese variedad alguna entre unos y otros libros. Pero sin duda vuelve á presentáraenos la dificultad cuando en la octava generación antes que de Matusalém naciese Lamech, hallándose en los hebreos ciento ochenta y dos años, se hallan veinte menos en los nuestros, donde antes se acostumbraba añadir ciento; y después de engendrado Lamech, se restituyan para cumplir la suma, la cual no discrepa en los unos ni en los otros libros, porque ciento setenta años quería que por la edad madura se entendiesen diez y siete. Así como no debía añadir nada, así tampoco debía quitar, supuesto que había hallado edad idónea para la generación de los hijos, por la cual, en las otras donde no la hallaba, añadía aquellos cien años, y verdaderamente la diferencia de los veinte años con razón pudiéramos imaginar que pudo suceder acaso por yerro, si no procurara después restituirlos como primero los había quitado para que con—viniera la suma toda entera. ¿Por ventura ereeremos que lo hizo con cierta astucia y cautela para encubrir aquella industria con que primero solía añadir los cien años, y después quitarlos haciendo cierta operación