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San Agustín

na porque la vemos transformada en una utilidad tan considerable, no por virtud suya, sino por la dívina gracia, la cual determina que la que entonces se propuso por terror y freno para que no pecaran, ahora se proponga que la padezcan para que no se cometa pecado, y para que el cometido se perdone y se conceda á tan plausible victoria la debida palma de la justicia.



CAPÍTULO VIII

Que en los santos, la primera muerte que padecieron por la verdad fué absolución de la segunda muerte.


Si lo reflexionamos con más atención, cuando uno muere fiel y loablemente por la verdad, también huye de la muerte, pues padece algún tanto de ella, porque no se le apodere toda y llegue juntamente la segunda, que jamás se acaba. Sufre que le separen el alma del cuerpo, para que no se aparte ésta del cuerpo cuando Dios se encuentre apartado del alma, y cumplida la primera muerte de todo hombre, venga á caer en la segunda y eterna. Por lo cual la muerte, como insinué, cuando la padecen los que mueren y hace en ellos que mueran, para ninguno es buena; pero se sufre loablemente por conservar ó alcanzar el sumo bien. Mas cuando están en ella los que se llaman ya muertos, no sin motivo se dice que para los malos es mala, y para los buenos buena; porque las almas de los justos, separadas de sus cuerpos, están ya en descanso, y las de los impíos están satisfaciendo sus debidas penas, hasta que los cuerpos de las unas resuciten para la vida eterna, y los de las otras para la muerte eterna, que se dice la se—, gunda.