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San Agustín

y desde él continuar otra vez el catálogo y serie de los que nacían, hasta llegar Abraham, desde el cual el evangelista San Mateo principia las generaciones con que llegó á Cristo, rey eterno de la Ciudad de Dios, ¿qué pretende en las generaciones que comienzan desde Cain, y hasta dónde intenta llegar con ellas? Respóndese que hasta el Diluvio, en que feneció y se consumió todo el linaje de la ciudad terrena; aunque se restableció después en los hijos de Noé, mediante á que no podrá faltar esta ciudad terrena y congregación de hombres que viven según el hombre hasta el fin del siglo, sobre lo cual dice el Señor (1): «los hijos de este siglo engendran y son engendrados». Pero á la Ciudad de Dios que peregrina en este mundo, la regeneración la conduce á otro siglo cuyos hijos ni procrean ni son procreados. Así pues, aquí el engendrar y ser engendrados es común á una y otra ciudad; aunque la ciudad de Dios tenga también en la tierra muchos millares de ciudadanos que se abstienen de la generación, como la otra los tiene igualmente por imitación, aunque viven errados. A esta pertenecen también los que, apartándose de la fe, fundaron diversas sectas erróneas y heréticas, supuesto que viven según el hombre y no según Dios: y'los gimnosofistas de la India que se dice filosofan desnudos en los despoblados y desiertos de aquella región, son sus ciudadanos y se abstienen de la generación, aunque esto no es bueno sino cuando se hace según y conforme á la fe del Sumo Bien, que es Dios. Con todo, no se sabe que hiciese esto ninguno antes del Diluvio, pues el mismo Enoch, que era el séptimo empezando desde Adán, y de quien se refiere que fué transportado de este mundo sin que muriese, en(1) San Lucas, cap. XX. Filii hujus sæculi generant, et generantur.