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San Agustín

492 SAN AGUSTIN misma Escritura, donde dice que los hijos de Dios de aficionaron á las hijas de los hombres, á los mismos los llama también ángeles de Dios, por cuyo motivo muchos han imaginado que aquéllos no fueron hombres, sino ángeles.



CAPÍTULO XXIII

Si es creíble que los Angeles, siendo de substancia espiritual, se enamoraron de la hermosura de las mujeres, se casaron con ellas y de ellos nacieron los gigantes.


Hemos tocado de paso en el libro III de esta obra, dejándola por resolver, la cuestión sobre si pueden los ángeles, siendo espiritus puros, conocer carnalmente a las mujeres; porque dice la Sagrada Esoritura (1), «que hace Dios ángeles suyos á los espíritus», esto es, que aquellos que por su naturaleza son espíritus hace que sean ángeles suyos, encargándoles el honor de ser nuncios y legados suyos: pues lo que en el idioma griego se dice angelus, en el latino significa nuncio ó mensajero. Pero es aun controvertible y dudoso, si cuando consecutivamente dice et ministros suos ignem ardentem, «y á sus ministros fuego ardiente,» habla de sus cuerpos, ó si es que sus ministros deben estar encendidos en caridad, como un cuerpo espiritual. Porque la misma infalible Escritura afirma que los ángeles aparecieron á los hombres en tales cuerpos, que no sólo los pudiesen ver, sino también tocar. Pero hoy es axioma común y vulgarizado, y muchos, de cuya buena fe no se duda, lo confirman por haberlo experimentado ú ofdo, que los Silvanoa, Sátiros y Faunos, á quienes el (1) Salmo 108. Qui facit angelos suos espiritus.