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San Agustín

no fuesen hombres, como algunos imaginan. Sin duda alguna la misma Escritura testifica que fueron hombres; pues habiendo dicho que, viendo los ángeles de Dios á las hijas de los hombres que eran hermosas, tomaron mujeres de todas las que escogieron; luego prosigue y dijo el Señor: «No permanecerá mi espíritu en estos hombres para siempre, porque son carnales»»: mediante á que con el espíritu de Dios vinieron á ser ángeles de Dios é hijos de Dios; pero declinando á las cosas inferiores de la tierra, los llama hombres con nombre de la naturaleza, y no de la gracia. Llamó también á los espíritus desertores, que desamparando á Dios, fueron desamparados, carne ó carnales. Aunque los setenta intérpretes nombraron á éstos ángeles de Dios é hijos de Dios, lo cual seguramente no está así en todos los libros, porque algunos sólo dicen hijos de Dios; y Aquila, á quien los judíos anteponen á los demás intérpretes, traduce, no ángeles de Dios ni hijos de Dios, sino hijos de los dioses; uno y lo otro es positivo; porque asimismo eran hijos de Dios, debajo de cuyo Padre eran también hermanos de sus padres y eran hijos de los dioses por haber nacido de los dioses, con quienes ellos mismos eran igualmente dioses, conforme á la expresión del Real Profeta (1): «Yo digo que sois dioses, y todos hijos del Altísimo. Porque con razón se cree que los setenta intérpretes tuvieron espfritu profético para que cuando mudasen alguna dicción con la autoridad del Espíritu Santo, y dijesen lo que interpretaban de un modo distinto de aquel que realmente había, no se dudase que esto lo decía el Espíritu Santo; aunque esto, dicen, que en el hebreo está ambiguo, de forma que se pudo interpretar hijos de Dios é hijos de los Dioses.

(1) Salmo 81. Ego dixi: Dii estis, et filii Excelsi omnes.