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San Agustín

que de ellos pudiesen nacer gigantes, no porque no fueran todos gigantes, sino porque hubo muchos más entonces que en los tiempos que sucedieron después del Diluvio, á quienes quiso criar el Criador para manifestarnos por este efecto su omnipotencia, que no sólo la hermosura corporal, pero ni su grandeza ni fortaleza las debe estimar el sabio, cuya bienaventuranza consiste en los bienes espirituales é inmortales, que son mucho mejores y más sólidos, y son propios de los buenos, y no comunes á los buenos y á los malos. Así nos lo refiere el Profeta cuando dice (1): «Allí fueron aquellos gigantes tan nombrados desde el principio, de grande estatura y belicosos. No escogió el Señor á éstos, ni les comunicó el verdadero camino de la sabiduría, sino que perecieron; y porque les faltó la sabiduría se perdieron por su inconsideración».



CAPÍTULO XXIV

Cómo se debe entender que á los que habían de perecer con el Diluvio, los dijo el Señor: «Serán sus dias ciento y veinte años, » Lo que dijo el mismo Dios (2): «Serán sus días ciento y veinte años», no se debe entender como si les anunciara que después de la ruina universal del orbe, la vida de los hombres no había de pasar de ciento y veinte años, pues hallamos que aun después del Diluvio pa(1) Barruch, cap.
III, v. 26. Ibi fuerunt gigantes illi nomi nati, qui ab initio fuerunt staturosi, scientes prælium. Non hos elegit Dominus, nec viam scientiæ dedit illis, sed interierunt; et guta non habuerunt sapientiam, perierunt propter inconsider antiam.

(2) Génesis, cap. VI.