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San Agustín

dos, hasta que llegue á cierto y determinado fin, de tal suerte están comprendidos y trabados con el vínculo de su estrecha unión, que por sólo esto, que es evidentisimo, no es lícito dudar de las demás cosas que se dicen con más obscuridad, y con más dificultad pueden entenderse. Y siendo así, ninguno, por inflexible y obstinado que sea, se atreverá á pensar que esto se escribió inútilmente, ni tampoco que, habiendo sucedido, no tuvo cierta significación, ni que sólo son dichos significativos y no hechos. Ni puede decirse probablemente que son ajenos de representar ó significar la Iglesia, sino que antes debe creerse que se escribieron con mucho acuerdo y sabiduría, que realmente sucedieron, que significaron algún misterio, y que éste consiste en figurarnos la Iglesia. Pero ya que hemos llegado á este punto, será bien concluir este libro, para continuar en el siguiente el curso de ambas ciudades, la terrena, que vive según el hombre, y la celestial, que vive según Dios, después del Diluvio y durante los demás sucesos que efectivamente acaecieron.