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La ciudad de Dios

i • 221 LA CIUDAD DE DIOS porque allí confundió Dios la lengua que se hablaba en toda la tierra, y desde allí los derramó Dios por toda ella». Esta ciudad que se llamó Confusión, es la Babilonia, cuyo admirable edificio celebran también los historiadores gentiles, porque Babilonia quiere decir confusión. Y se infiere que el gigante Nemrod fué el que la fundó, por lo que arriba insinuó de paso, donde, hablando de él el sagrado texto, dice (1): «El principio de su reino fué Babilonia», esto es, para que fuese reino y cabeza de las demás ciudades, donde, como Metrópoli, estuviese la carte del rey; aunque no llegó á ser tan grande y majestuosa como lo había trazado la arrogan cia y soberbia de los impíos; porque pretendieron una elevación excesiva, á la cual llama la Escritura hasta el cielo, ya fuese ésta la de una sola torre, que principalmente entre otras fabricaban, ó la de todas las torres, significadas por el número singular, así como se dice soldado y se entienden mil soldados, y la rana y la langosta, porque así llama la Escritura á la multitud de ranas y langostas, en las plagas que Moisés hizo descender sobre los egipcios. ¿Y qué podía hacer la humana y vana presunción? Por más que levantara la altura de aquella máquina hasta el cielo contra Dios, aunque sobrepujara sobre todas las montañas, y aunque traspasara la región de este aire nebuloso. ¿Qué podía, en efecto, dañar ó impedir á Dios cualquiera alteza, por grande que fuera, espiritual ó corporal? La humildad sí que es la que abre el camino seguro y verdadero para el cielo, levantando el corazón á Dios, y no contra Dios; como la Escritura llamó á este gigante cazador contra el Señor, lo cual entendiendo algunos engañados por la palabra griega que es ambigua, tradujeron, no contra el Señor, sino ante el Señor, porque enastion significa lo (1) Genesis, cap. X. Inidium regni ejus fuit Babylon.