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La ciudad de Dios

sociedad y congregación que vivía según el hombre, á la cual llamamos ciudad terrena Dios no se mueve localmente, porque siempre en todas partes se halla todo; pera se dice que baja cuando practica alguna acción en la tierra que, siendo por maravilla fuera del curso ordinario de la naturaleza, nos muestra en cierto modo su presencia. Ni por ver las cosas ocularmente aprende ó se instruye temporalmente el que jamás puede ignorar nada, sino que se dice que ve y conoce en tiempo lo que hace que se vea y conozca: así que, no se veía aquella ciudad de la manera que hizo Dios que se viese cuando manifestó cuánto le desagradaba. Aunque también puede entenderse que bajó Dios á aquella ciudad porque descendieron sus ángeles en quienes habita: de manera que lo que añade (1): «y dijo el Señor, ved aquí que todo el linaje humano es una nación, y no usań sino de una lengua todos ellos»: y lo que después prosigue diciendo: (2) «venid pues, descendamos y confundamos allí su lengua»: sea una recapitulación que explique cómo se hizo lo que dijo de que bajó el Señor; porque si había ya bajado, ¿qué quiere decir, «venid puea, descendamos y confundamos allí su lengua» (lo cual se entiende que lo dijo á los ángeles), si no bajaba en éstos el que estaba en los ángeles que descendían?

Y adviértase que no dice venid, bajemos, y confundid, sino confundamos allí su lengua, manifestándonos que de tal manera obra por medio de sus ministros, que también ellos son cooperadores de Dios, como lo dice el apóstol (3): «вomos cooperarios de Dios».

(1) Génesis, cap. II. Et dicit Dominus Deus: Ecce genus unum, et labium unum omnibus, etc.

(2) Genesis, cap. II. Venite, et descendentes confundamus ibi linguam eorum.

(3) San Pablo, I ep. á los Corint., cap. III. Dei enim sumus cooperarii.