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La ciudad de Dios

que vienen los que no se apartan de donde están. Ni tampoco habla Dios con los ángeles como nosotros hablamos unos con otros, ó con Dios ó con los ángeles, ó los mismos ángeles con nosotros, ó por medio de ellos Dios con nosotros, sino con un modo inefable suyo, aunque éste nos le declara á nuestro modo, porque la palabra soberana de Dios que precede á su obra, es la razón inmutable de aquella su operación, cuya palabra no tiene sonido que haga estruendo ó ruido, ó que pase, sino una virtud que eternamente permanece y que obra temporalmente: con ésta habla á los santos ángeles; pero á nosotros que estamos lejos y como desterrados, de otra manera. Y cuando nosotros también venimos á sentir con el oido interior alguna especie semejante á este lenguaje, entonces nos acercamos á los ángeles.

Así, pues, no siempre he de dar razón en esta obra del lenguaje de Dios, porque la verdad inmutable, ó por sí misma inefablemente habla al espíritu de la criatura racional, ó habla por alguna criatura mudable, ó por vía de imágenes espirituales á nuestro espíritu, ó por voces corporales al sentido; pues aquello que dice (1): «ya han dado en esto, y no desistirán de lo comenzado hasta que salgan con ello»: no lo dice afirmando, sino como preguntando, como suelen explicarse los que amenazan, como dijo Virgilio (2): «¿no se aprestarán las ar mas, no saldrá en su seguimiento toda la ciudad?» De esta manera debe entenderse, como si dijera: ¿acaso no desistirán de todo lo que han comenzado á hacer? Pero si lo decimos así, no ae expresa y declara la persone que amenaza; y para los que son tardos de ingenio, añadimos la palabra acaso, diciendo acaso no, porque no po(1) Génesis, cap. II. Et nunc non deficient ex illis omnia, quæ conati fuerint facere.

(2) Virg., libro IV. Eneida. Non arma expedient, totaque ex urbe sequentur? Son expresiones de Dido.

Toxo III.

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