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San Agustín

más ó casi todos suelen tener, si es que les comprende la definición de los animales racionales y mortales, debemos confesar que traen su origen y descendencia de aquel primer hombre, aunque sea verdad lo que nos refleren de la variedad de aquellas naciones y de la diversidad tan grande que tienen entre sí y con nosotros.

Porque aun á los monos, micos y esfinges, si no supiéramos que no eran hombres, sino bestias, pudieran estos historiadores, llevados de la vanagloria de su curiosidad, venderlos sin pagar alcabala de su vanidad, como si fueran alguna naciones de hombres; pero si es verdad que son hombres estos de quienes se escriben aquellas maravillas, ¿quién sabe si quiso Díos criar también algunas gentes así, para que cuando viésemos estos monstruos que nacen entre nosotros de los hombres, no imaginásemos que erró su sabiduría, que es de cuyas manos sale la fábrica de la naturaleza humana, como el arte de algún artífice menos perfecto? Así que no nos debía parecer absurdo que como en cada nación hay algunos hombres monstruosos, así generalmente en todo el linaje humano haya algunas gentes y naciones monstruosas; por lo cual, para concluir con tiento y cautamente esta cuestion, ó lo que nos escriben de algunas naciones no es cierto, ó si lo es, no son hombres, ó si son hombres, sin duda que son y descienden de Adán.



CAPÍTULO IX

Si creíble que la parte inferior de la tierra que está opuesta á la que nosotros habitamos tenga antipodas.


Lo que como patraña nos cuentan que también hayantípodas, esto es, que hay hombres de la otra parte de