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La ciudad de Dios

los unos y de los otros nunca faltaron buenos y malos en la tierra: pues cuando dice el real Profeta (1): «Todos han declinado de au obligación, todos se han vuelto abominables; no hay uno solo que obre bien»: en ambos salmos donde se hallan estas expresiones, se leen también éstas (2): «¿Acaso no sentirán mi ira y mi omnipotencia todos los que obran y ejecutan maldades, y los que devoran á mi pueblo como si fuese pan?» Luego asimismo había entonces pueblo de Dios. Lo que dice «no hay ni uno solo que haga bien», se entiende de los hijos de los hombres, y no para los hijos de Dios; pues antes había dicho (3); «miró Dios desde el Cielo sobre los hijos de los hombres para ver si había alguno que conociese á Dios y procurase guardar sus mandamientos». Y después añade todo lo necesario para darnos á entender que todos los hijos de los hombres, esto es, los que pertenecen á la ciudad que vive según el hombre, y no según Dios, son los malos.



CAPÍTULO XI

Que la primera lengua que usaron los hombres fué la que después de Heber se llamó hebrea, en cuya familia perseveró cuando se hizo la división de las lenguas.


Así como cuando todos usaban de un solo idioma no por eso faltaron hijos pestilenciales (porque también (1) Salmo 13. Omnes declinaverunt, simul inutiles facti sunt, non est qui faciat bonum, non est usque ad unum.

(2) Salmo 52. Nonne cognoscent omnes, qui operantur iniquitatem, qui devorant plebem meam in cibo panis?

(3) Salmo 52. Deus de cælo prosperit super filios hominum, ut videret, si est intelligens, aut requirene Deum.