Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/264

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
262
San Agustín

es clarísima profecía del pueblo de larael que había de venir á servir en Egipto. No porque había de cumplir cuatrocientos años en esta servidumbre, afligiéndolos los egipcios; sino que había de suceder esto en los cuatrocientos años. Porque así como la Escritura dice de Tharé, padre de Abrahám (1): «fueron los días de Thara en Charra doscientos y cinco años»; no porque allí los hizo todos, sino porque allí los cumplió: así también aquí interpuso: servirán, y los molestarán cuatrocientos años. Porque este número se cumplió en aquella aflicción, y no porque todo se pasó en ella. Y dice cuatrocientos años por la plenitud del número, aunque sean algo más, ya se cuenten desde este tiempo en que Dios prometió á Abraham estas felicidades, ya desde que nació Isaac, por la descendencia de Abraham, de quien se profetizan todos estos sucesos; porque se cuentan, como dijimos arriba, desde el año 75 de Abraham cuando le hizo Dios la primera promesa, hasta la salida de Israel de Egipto, cuatrocientos treinta años de los cuales hace mención el apóstol de este modo (2): «á esta promesa y pacto, que hizo y juró Dios á Abraham, que llamo yo testamento, no le puede derogar ó hacer írrito é inválido la ley que se promulgó cuatrocientos treinta años después del pacto y testamento».

Así, pues, estos cuatrocientos treinta años se podían llamar cuatrocientos, porque no son muchos más, cuanto más habiendo ya corrido algunos de este número cuando Abraham vió y oyó estas maravillas en visión, ó cuando, teniendo ya cien años, hubo á su hijo Isaac, veinte y cinco años después de la primera promesa, (1) San Pablo, ep. á los gálatas, cap. III. Et fuerunt dies fuerunt dies Thare in Charra quinque et ducenti amni.

(2) San Pablo, eod. loc. Hoc autem dico testamentum confirmatum á Deo, que post quadringentos et triginta annos facta est lex, non infirmat ad evacuandam promissionem.