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La ciudad de Dios

ca de esta duda, pues aunque un anciano de cien años de los que viven en nuestro tiempo no puede engendrar en mujer alguna, no obstante, podían hacerlo los de aquella época, porque la vida era entonces tan largá, que cien años no hacían al hombre decrépito.



CAPÍTULO XXIX

De los tres hombres ó ángeles, en quienes se manifesta que se apareció el Señor á Abraham junto al encinar de Mambré.


Asimismo se apareció Dios á Abraham junto al encinar de Mambré en persona de tres varones, de quienes no hay duda que fueron ángeles, aunque hay algunos que imaginan haber sido uno de ellos nuestro Señor Jesucristo, de quien, dicen, que antes de vestirse de nuestra carne mortal era visible. Puede, ciertamente, Dios, que es naturaleza invisible, incorpórea é inmutable, aparecer á los ojos mortales sin matación alguna suya, no por sí mismo, sino en figura de alguna de sus criaturas. ¿Qué cosa hay que no esté sujeta y subordinada á este gran Dios? Pero si dicen que algunos de estos tres fué Cristo, porque, habiendo visto trea, habló en singular con el Señor, pues dice la Escritura (1): «y he aquí tres varones se acercaron á él, y viéndolos, Balio corriendo á recibirlos desde la puerta de su tabernáculo, é inclinándose hacia la tierra, dijo: Señor, si he hallado gracia en tu acatamiento, etc.», ¿por qué no advierten que dos de ellos habían ido á destruir á los sodomnitas, estando todavía Abraham hablando con el (1) Génesis, cap. XVIII. Et ecce tres viri stabant super eum, et videns, procurruit obviam illis ab ostio tabernaculi rui: et adoravit super terram, et dicit: Domine, si inveni gratiam ante te, etc.

TOMO III.

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