Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/281

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
279
La ciudad de Dios

N LA CIUDAD DE DIOS 279 de Abraham», y por eso los hijos de promisión, para que sean descendientes de Abraham, son los que proceden de Isaac, esto es, se congregan y unen en Cristo llamándolos la gracia. Teniendo, pues, esta promesa por infalible y cierta el piadoso y religioso padre, y observando que por este hijo, á quien Dios mandaba sacrificar, se había de cumplir necesariamente esta promesa, no dudó que podía volvéserle vivo después de haberle sacrificado quien se le pudo dar, estando naturalmente inhabilitado para la procreación; y de este modo se entiende y expone expresamente en la carta de San Pablo á los hebreos (1): «Insigne, dice, fué la fe que precedió en Abraham que, siendo tentado en Isaac, ofreció á su unigénito, en quien le había hecho Dios sus promesas, y por quien le había dicho: la descendencia que procederá de Isaac será la tuya, en quien he de eumplir mi promesa, sabiendo que, aun de entre los muertos, podía resucitarle Dios.» Y por eso añadió (2): «que ésta fué igualmente la causa por qué Abraham tomó á este su hijo por figura y semejanza». ¿Y de quién sino de aquel de quien dice el mismo apóstol (3): «que no perdonó á su propio hijo, sino que le entregó por la redención de todos nosotros». Por eso también Isaac llevó, como el Señor, su cruz, la leña á cuestas, sobre la cual le habían de poner en el lugar del sacrificio; finalmente, porque no convino que muriese Isaac (4) después que ordenó Dios á su padre que no le quitase la (1) San Pablo, ep. & los hebreos, cap. II. Fide præcessit Abram, en Isaac tentatus, et unicum obtulit, qui promissiones suscepit, ad quem dictum est: In Isaac vocabitur tibi semem, cogitans: quia ex mortuis excitare potest Deus.

(2) San Pablo, ep. á los hebreos, cap. II. Pro hoc etiam eum et in similitudinem adduait.

(3) San Pablo, ep. á los romanos, cap, VIII. Qui proprio filio sus non pepercit, sed pro nobis omnibus tradidit ilium.

(4) Génesis, cap. XXII.