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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXXV

Qué nos significó el Espiritu Santo en los gemelos estando aun encerrados en el vientro de su madre.


Vemos ya desde ahora cómo van discurriendo los tiempos de la Ciudad de Dios por los descendientes de Abraham, desde el primer año de la vida de Isaac hasta los sesenta en que tuvo hijos; es digno de nuestra admiración que, suplicando este santo patriarca á Dios le concediese sucesión en su esposa, que era estéril, y condescendiendo el Señor á su petición, y, por consiguiente, habiendo concebido Rebeca (1), los gemelos luchaban entre sí estando aun encerrados en el vientre de su madre, y teniendo ella un grande pesar por esta novedad, preguntó al Señor la causa de ello, quien le respondió (2): «dos naciones traes en tu vientre y dos pueblos se dividirán de tus entrañas, el uno vencerá al otro y el mayor servirá al menor»; en cuyo vaticinio quiere el apóstol San Pablo (3) que se nos dé á entender un gran documento sobre la gracia, porque antes que naciesen ni practicasen acción buena ni mala sin tener méritos algunos recomendables, eligió Dios al menor reprobando al mayor, siendo iguales en el pecado original y sin tener ninguno de ellos pecado propio.

No nos permite ahora el instituto, orden y objete de esta obra alargarnos en este punto, especialmente habiendo raciocinado sobre él lo bastante en otros libros.

Aquellas palabras, donde dice: «el mayor servirá al (1) Génesis, cap. XXV.

(2) Génesis, cap. XXV. Due gentes in utero tuo sunt, et duo populi de ventre tuo separábuntur, et populus populum superabit, et major serviet minori.

(3) San Pablo, ep. á los Rom., cap. IX.