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San Agustín

el cuerpo, que es de tierra, no volviera á la tierra si no fuera por su muerte, la cual le sucede cuando le desampara su vida, esto es, su alma. Y así consta entre los cristianos que tienen la verdadera fe católica, que tampoco la muerte del cuerpo nos vino por ley de la naturaleza, porque en ella no dió Dios muerte alguna al hombre, sino que nos la dió en pena y castigo del pecado; pues castigando Dios el pecado dijo al hombre, en quien entonces estábamos comprendidos todos: «tierra eres, y'á la tierra volverás».



CAPÍTULO XVI

De los filosofos que opinan que la separación del alma y del cuerpo no es por pena ó castigo del pecado de desobediencia.


Pero los filósofos de cuyas calumnias procuramos defender la ciudad de Dios, esto es, su Iglesia, se ríen y mofan de lo que decimos, que la división y separación que hace el alma del cuerpo, se debe numerar entre sus penas; porque, efectivamente, ellos sostienen que viene á ser perfectamente bienaventurada, quedando, despojada.

íntegramente de todo lo que es cuerpo, simple, sola, y en cierto modo desnuda vuelve á Dios: en lo cual, si no hallara en la doctrina de los filóspfos fundamentos con que refutar esta opinión, mas prolijidad hubiera de costarme el demostrales ue el cuerpo no es trabajoso y pesado al alma, sino solamente el cuerpo corruptible, y esto mismo quiso decir el sabio (cuyo testimonio citamos en el libro precedente) cuando dijo «que el cuerpo corruptible es el que agrava al alma» (1); pues (1) Sapient., cap. IX. Corpus enim corruptibile aggravat animam.