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La ciudad de Dios

CAPÍTULO II

En qué tiempo se oumplió la divina promesa sobre la posesión de la tierra de Canaán, la cual tomó también el pueblo de Israel, según la carne.


Dijimos en el libro anterior que en las promesas que desde el principio hizo Dios á Abraham, le prometió dos cosas, es á saber: la una, que su descendencia había de poseer la tierra de Canaán, lo cual le significó, donde dice la Escritura (1): «marcha á la tierra, que yo te manifestaré, y haré que crezcas y procrees una numerosa nación»: y la otra, que es mucho más célebre, no de la descendencia carnal, sino de la espiritual, por la cual viene á ser padre, no de una sola nación israelita, sino de todas las gentes que siguen é imitan las huellas de su fe, lo cual se le prometió con estas palabras: «y serán benditas en tí todas las familias de la tierra». En seguida manifestamos con la autoridad de otros muchos testimonios, cómo le hizo Dios estas dos promesas. Estaba, pues, en la tierra de promisión la descendencia y posteridad de Abraham, esto es, el pueblo de Israel, según la carne, y allí, después de haber elegido reyes, había comenzado á reinar, habiéndose cumplido ya en su mayor parte las promesas que hizo Dios sobre este pueblo, no solo las hechas á los tres patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, y otras cualesquiera en tiempo de éstos, sino también las que hizo por el mismo Moisés, por cuyo ministerio sacó al citado pueblo de la servidumbre de Egipto, y por quien descubrió y manifestó en su tiempo todas las cosas pasadas, cuando conducía el pueblo por el desierto.

(1) Géneris, cap. XII.