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San Agustín

Porque no se acabó de cumplir la divina promesa sobre la tierra de Canaán, donde aquel pueblo había de reinar desde el río de Egipto hasta el grande Eufrates (1), con lo que hizo aquel ínclito capitán Jesús Nave, que introdujo al pueblo de Israel en la tierra de promisión y, conquistando aquellas naciones, la repartió, como Dios lo había ordenado (2) á las doce tribus, y murió, ni después de él, en todo el tiempo de los Jueces se acabó de cumplir, y ya no se profetizaba que había de suceder, sino que esperaban que se cumpliese; pero se verificó en tiempo de David y Salomón, su hijo, cuyo reino se extendió y dilató tanto, cuanto Dios se lo había prometido; porque zgaron á todos aquellos, y los hicieron sus tributarios; así que, estaba ya la descendencia de Abraham en tiempo de estos reyes en la tierra de promisión, según la carne; esto es, en tierra de Canaán, de manera que ya no faltaba circunstancia para acabarse de cumplir la promesa terrena que Dios les había hecho, sino que permaneciese en la misma tierra la nación hebrea en cuanto á la prosperidad temporal por la sucesión de sus descendientes, sin mudanza ni turbación de su quietud y estado, hasta el fin y término de este siglo mortal, si fuese obediente á las leyes y mandatos de su Dios y Señor. Mas por cuanto sabía Dios que no lo habían de cumplir, los castigó asimismo con penas temporales para ejercitar á sus pocos siervos fieles que había entre ellos, y advertir á los que en adelante había de haber en todas las naciones; á las cuales convenía avisar por éstas, mediante á que en ellas había de cumplir la otra promesa, revelando y manifestando el Nuevo Testamento de la Encarnación de Jesucristo.

BAN AGUSTIN (1) Josué, oap, I.

(2) Josué, cap. XXIV. (Véase este capítulo en la Escritura.)