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La ciudad de Dios

significa su gracia. Lo que añade: «levanta de la tierra al pobre» de ninguno lo entiendo mejor que de aquel que por nosotros se hizo pobre, siendo rico, para que con su indigencia, como poco ha insinuamos, nos hiciéramos ricos: porque á éste levantó de la tierra tan presto, que su cuerpo no sintió corrupción, ni tampoco le defraudó. Lo que sigue: «y levanta del estiércol al nocesitado»: en atención á que necesitado es lo mismo que pobre, y el estiércol de donde le levantó, congruamente se entiende de los judíos que le persiguieron, y entre ellos San Pablo cuando perseguia la Iglesia, el cual dice (1): «Lo que hasta ahora tuve por lucro é interés, eso mismo por Cristo lo estimo por daño y pérdida, y no sólo por perjuicio y pérdida, sino que lo tengo por estiércol, á cambio de ganar á Cristo»». Así que de la tierra fué levantado sobre todos los ricos aquel pobre, y de aquel estiércol fué ensalzado sobre todos los hacendados aquel necesitado, para sentarse con los poderosos de su pueblo, con quienes hablando, dice (2): «Os sentaréis sobre las doce sillas», y les dará la posesión del trono de la gloria; porque le dijeron aquellos poderosos (3): «ved aquí que nosotros lo dejamos todo, y te hemos seguido».

Este voto hicieron aquellos poderosos; pero preganto, ¿por dónde les vino esta felicidad, sino por aquél de quien aquí inmediatamente dice: «el que cumple y provee del voto al que se le ofrece?» Porque de otra manera también ellos fueran de aquellos poderosos «cuyo arco él debilitó; el que da, dice, el voto al que se le ofrece», pues ninguno ofreciera cosa alguna de que hubiera hecho voto al Señor, si no recibiese del mismo Señor lo que había de ofrecer. Prosigue: «y bendijo los (1) San Pablo, ep. á los Colosens, cap. III.

(2) Id., Ap., 1oo. cit.

(8) Id, Ap., loc. cit.

TOMO III, 21