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San Agustín

años del justo», es á saber, para que viva con aquél eternamente y sin fin, de quien el Espíritu Santo dice (1): «que sus años no desfallecerán», porque allí seestán y permanecen, pero acá pasan, ó, por mejor decir, perecen, porque antes que vengan no son, y cuando hayan venido no serán, pues el llegar y feneçer, todo es uno. De estas dos cosas, esto es, que da el voto al que se le ofrece y bendice los años del jasto, una es laque hacemos, y otra es la que recibimos; pero esta segunda no se recibe por mano de Dios, sino se hace la primera con el auxilio de Dios, porque no hay hombre que sin Dios de suyo sea poderoso. «El Señor debilitará á sus enemigos», es á saber, á los que envidian y resisten al hombre que ofrece su voto, para que no pueda cumplir el voto que ofreció. Puede también entenderse (porque la palabra griega es ambigua), sus enemigos, los enemigos del Señor; pues cuando el Señor nos comenzare á poseer, sin duda el enemigo que era nuestro se hace enemigo suyo, y le vencemos nosotros, aunque no con nuestras propias fuerzas, porque no hay hombre que de suyo sea poderoso. Así que, «el Señor debilitará á sus enemigos, el Señor santo», para que le venzan los santos, á quienes el Señor santo de los santos hizo santos.

SAN AGUSTIN Y por eso «no se gloríe el prudente con su prudencia, y no se lisonjee el poderoso con su potencia; y no se gloríe el rico con sus riquezas, sino gloriese el que se gloría en entender y conocer al Señor, y en hacer juicio y justicia en medio de la tierra». No poco entiende y conoce al Señor el que comprende y sabe que igualmente este don se lo da el Señor para que le entienda y conoz ca (2). «¿Qué tienes, dice el apóstol, que no lo hayas re(1) San Pablo, ep, á los Colosens, cap. III.

(2) San Pablo, I ep. á los Corint., cap. IV.