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La ciudad de Dios

cómo le has de edificar la casa. Y cuando se cumplieren tus días, y tu durmieres con tus padres, yo levantaré, después de muerto tú, á tu hijo salido de tus entrañas, y estableceré su reino. Este será el que edificará casa á mi nombre, y yo confirmaré el trono de su reino para siempre jamás. Yo le seré como padre, y él me será á mi como hijo mío, y cuando ejecutare alguna operación mala le castigaré con el azote de los hombres; mas no por eso apartaré de él mi misericordia, como la aparte de los que aparté mi rostro. Y su casa será fiel, y su reino permanecerá para siempre delante de mí, y su trono permanecerá estable y firme para siempre»».

El que imagina que una promesa tan específica y grandiosa como ésta se.cumplió en Salomón, procede muy errado, pues atribuye lo que dice, «este será el que me edificará casa», á que Salomón fué el que edificó aquel famoso templo; y no reflexiona en lo que después dice: «y su casa será fiel, y su reino permanecerá para siempre delante de mí». Considere, pues, y fire la casa de Salomón llena de mujeres é idólatras que adoraban dioses falsos, y al mismo rey, que solía ser tan sabio, seducido y engañado por ellas, abatido y sumergido en el tenebroso caos de la misma idolatría, y no se atreva á imaginar que Dios, ó pudo ser mentiroso en esta promesa, ó no pudo penetrar con su divina presciencia que Salomón y su casa habían de incurrir en este dezliz. Ni de aquí debemos tomar ocasión para reparar en esto, aun cuando no viéramos cumplir esta promesa en Cristo Señor nuestro, que nació de la descendencia y linaje de David, según la carne, para que no andemos vanamente y sin utilidad buscando algún otro, como lo practican los judíos carnales, porque hasta éstos están tan ajenos de entender, que este hijo que aquí ven escrito, que le promete Dios al rey David, fuese Salomón, que