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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XV

Si todas las profecias que hay en los Salmos de Cristo y de an Iglesia las debemos poner y acomodar en el texto y discurso de esta obra.


Presumo que ya me están aguardando para que en este lugar declare qué es lo que David profetizó en los Salmos de nuestro Señor Jesucristo ó de su Iglesia; pero si no satisfago en este particular, como parece que lo pide el deseo de los lectores, aunque ya lo he ejecutado en otro libro, es por impedirlo la mucha materia que falta; porque no puedo relatarlo todo por no ser prolijo, y recelo que cuando haya escogido algún asunto, á muchos doctos que tienen la bastante noticia en este punto les parezca que he omitido lo más necesario. Fuera de que el testimonio y autoridad que se alega debe tomar su vigor y firmeza del contexto de todo el Salmo, de forma que á lo menos en él no haya cosa que lo contradiga, cuando todo sea en su favor, para que no se crea que á modo de centones vamos recogiendo versos á propósito para lo que queramos, como suele hacerse de un poema famoso, el cual se sabe que se escribió, no al intento de aquel asunto, sino de otro bien distinto.

Para poder manifestarlo en cualquier Salmo sería necesario examinarlo todo, y cuán penosa y prolija sería esta operación lo indican bastante los libros que yo y otros han escrito sobre ellos. Lea, pues, éstos el que quisiere y pudiere y hallará cuántas y cuán grandes maravillas haya profetizado de Cristo y de su Iglesia el rey y profeta David, es á saber, del rey y de la Ciudad qué este rey fundó.