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San Agustín

CAPÍTULO XVI

De las cosas que clara ó figuradamente se dicen en el Salmo 44 que pertenecen á Cristo y á sa Iglesia.


Por cuanto por más propias y claras que sean las palabras que profetizan algún misterio, es necesario que vayan mezcladas también con las trópicas y figurativas, las cuales particularmente, por causa de los rudos, ofrecen á los doctos un negocio muy trabajoso para explicarlas; con todo, hay algunas que, al primer aspecto, manifiestan á Cristo y á su Iglesia, aunque restan entre ellas algunas cosas menos inteligibles para explicarlas despacio, como es aquello en el mismo libro de los Salmos (1): «salió de mi corazón una buena palabra (una canción famosa), y como cosa mia va dirigida al rey; mi lengua no es más que la pluma en mano de un escribiente que escribe con velocidad. Hermoso eres joh Rey! sobre todos los hijos de los hombres. La gracia se derramó por tus labios, y por eso te echó Dios su bendición para siempre. ¡Oh, poderosísimo Señor! Ciñe la espada al lado, encima del muslo, muestra tu hermosura, donaire, majestad y gloria; acomete, camina con prosperidad y reina conforme á la verdad, mansedumbre y justicia. Y con esto, tu poderosa diestra te llevará maravillosamente al fin de tus empresas. Tus flechas agudas, poderosísimo Señor, penetrarán las entrañas de los reyes tus enemigos, los pueblos y naciones se rendirán á tus pies. ¡Oh Dios! Tu real silla es eterna, la vara y cetro de su reino es vara de justicia y rectitud.

Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad. Por eso te ungió Dios, tu Dios, con óleo de la alegría y del Es(1) Salmo 44.