Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/375

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
373
La ciudad de Dios

miere y bebieres: ¿qué cosa más creíble podemos entender que nos dice, sino lo que pertenece á la participación y comunicación de esta mesa que nos pone el mismo sacerdote, medianero del Nuevo Testamento, según el orden de Melchisedech, con los platos de su cuerpo y sangre? Porque este sacrificio sucedió en lugar de aquellos sacrificios del Viejo Testamento que se ofrecían é inmolaban en sombra y significacion de lo futuro; por lo cual echamos de ver, que lo que dice el Mediador en el Salmo 39 lo dice proféticamente (1): «No quisistes ya servirte más de sacrificios y ofrendas, y por eso me hiciste y formaste cuerpo»; porque en lugar de todos aquellos sus sacrisicios y ofrendas, se ofrece ya su cuerpo y se suministra, y da á los que participan de él. En lo que el Eclesiastes dice del comer y beber, lo cual nos lo repite muchas veces y encarecidamente nos lo recomienda, bastante nos muestra que no habla de los manjares del gusto de la carne; aquello que dice (2), «Mas vale ir á la casa donde lloran, que donde beben»: y poco después (3): «El corazón de los sabios se halla en la casa donde lloran, y el corazón de los necios é ignorantes en la casa donde comen y beben.» Pero lo que me parece más digno de referir en este libro es aquello que pertenece á las dos Ciudades, á la del demonio y á la de Cristo, y á sus dos principes, Jesucristo y el demonio (4): ¡Ay de ti, dice, oh tierra donde el rey es joven, y donde los príncipes andan en banquetes desde la mañana: y bienaventurada la tierra cuyo rey es hijo de nobles y generosos, y cuyos príncipes comen á su tiempo para alentar y no quedar confusos!» Joven llamó al (1) Salmo 89.

(3) (4) Eclesiast., cap. VII.

Eclesiast., id.

Eclesiast., cap. X.