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San Agustín

$2 SAN AGUSTIN supuesto que dice San Pablo: petra autem erat Christus; «que la piedra era Cristo». Así, pues, ninguno contradice que por el Paraíso puede entenderse la vida de los bienaventurados; por sus cuatro ríos, las cuatro virtudes cardinales, prudencia, fortaleza, templanza y justicia, por sus árboles todas las artes útiles; por el fruto de los árboles las costumbres de los justos; por el árbol de la vida la misma sabiduría, madre de todos los bienes; y por el árbol de la ciencia del bien y del mal la experiencia del precepto violado, porque puso Dios la pena muy á propósito, supuesto que la puso justamente á los pecadores y, aunque no por su bien, la experimenta el hombre. Podemos también acomodar toda esta doctrina á la Iglesia, para que así lo entendamos mejor, tomando estos objetos como figuras y profecías de lo venidero; por el Paraíso á la misma Iglesia, como se lee de ella en los Cantares; por los cuatro ríos del Pa raíso, los cuatro Evangelios; por los árboles fructíferos, á los santos; por su fruta, sus obras; por el árbol de la vida, el santo de los santos, que es Jesucristo, y por el árbol de la ciencia del bien y del mal, el propio albedrío de la voluntad, pues ni aun de sí mismo puede el hombre usar sino muy mal si desprecia la voluntad divina. Con esta exposición ilega á saber la diferencia que hay cuando abraza el bien común á todos, ó cuando gusta del suyo propio; porque amándose á sí mismo, se premia á sí mismo, para que, viéndose por ello lleno de temores y tristezas, diga aquella expresión del real profeta, si es que siente sus males, «en mí propio se me ha turbado el alma» (1), y, enmendado ya, diga: «mi fortaleza, Señor, la dejaré en tus manos» (2). Si estas: cosas, y otras semejantes, pueden decirse más cómoda(1) Salmo 41. Ad me ipsum anima mea turbata est.

(2) Salmo 58. Fortitudinem meam ad te custodiam.