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San Agustín

spirirituale est, sed quod animale postea spirituale: «aunque no fué primero el cuerpo espiritual, sino el animal, y después el espiritual», donde con más claridad nos dió á entender cómo nos quiso significar el cuerpo animal en aquella expresión de la Escritura, «que hizo Dios al primer Adan alma viviente»: y cuerpo espiritual en la otra, donde dice: «y al último Adan espíritu vivificante»; porque primero es el cuerpo animal, como le tuvo el primer Adan (aunque no cuerpo que muriera si no pecara) como le tenemos nosotros ahora, de una naturaleza tan trocada y corrupta, como se trocó en él después que pecó; por lo cual le sobrevino la necesidad de morir. Así también al principio quiso y se dignó tener cuerpo Jesucristo por nosotros, aunque no por necesidad, sino por potestad. Después es el cuerpo espiritual; y cual precedió ya en Cristo, como en cabeza nuestra, sucederá también en sus miembros en la última resurrección de los muertos. Añade después el apóstol la evidentísima diferencia que hay entre estos dos hombres, diciendo: primus homo de terra, terrenus, secundus homo de cælo, cælestis. Qualis terrenus, tales et terreni, qualis cælestis, tales et cælestes: et quomodo induimus imaginen terreni, induamus et imaginem ejus, qui de cælo est: «el primer hombre fué de la tierra, terreno, y el segundo del cielo, celestial, y cual fué aquél terreno, tales son también los terrenos, y cual es el celestial, tales también los celestiales; como representamos, pues, y vestimos la imagen del terreno, así también representemos y nos vistamos la imagen de aquel que vino del cielo». Esta doctrina la describió el apóstol de manera que se realice ahora en nosotros, gegún el sacramento de la regeneración, como lo dice en otro lugar (1): «todos los que os habéis bautizado en (1) San Pablo, ep. & los Galat., cap. III. Quotquot in Christo baptizati estis, Christum induistis.