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La ciudad de Dios

como se dice más á propósito, inspirando, y lo último se dice respecto al cuerpo, que formó Dios al hombre del polvo á quien infundió el alma para que se hiciera cuerpo animal, esto es, el hombre animal viviente, y por eso en lo que practicó Jesucristo nuestro Señor cuando sopló diciendo: «tomad el Espiritu Santo», qui.so darnos á entender que el Espíritu Santo no sólo es Espíritu del Padre, sino también del mismo Unigénito, porque un mismo Espíritu es el del Padre y el del Hijo, con quien es Trinidad, el Padre, y el hijo, y el Espíritu Santo, no criatura, sino Criador. Pero aquel soplo corporal que salió de la boca carnal, no era substancia ó naturaleza del Espíritu Santo, sino una significación suya, ó para que entendiéramos, como insinué, que el Espíritu Santo era común al Padre y al Hijo, porque no tiene cada uno el suyo, sino que uno mismo es el de ambos. Y siempre este Espíritu en la sagrada Escritura en griego se dice Pneuma, como también en eate lugar le llamó el Señor cuando repartió á sus discípulos, significándole con el soplo de su boca corporal; y no me acuerdo que se llame jamás de otra manera en toda la Escritura: pero donde se lee et finxit Deus hominem pulverem de terra, et insuflavit, aut inspirabit in faciem ejus spiraculum vite, «y formó Dios al hombre del polvo de la tierra, y le infundió, soplándole con el rostro, el espíritu de vida», no pone el idioma griego esta voz Pneuma, que suele significar el Espíritu Santo, sino Pnoen, lo cual más de ordinario se lee por la criatura que por el Criador; y así también algunos latinos, para diferenciarlos, quisieron mejor interpretar este mismo nombre, y llamarle, no espíritu, sino soplo, por cuanto éste mismo se halla también en griego en Isaías, donde dice Dios (1): «Yo hice todos los soplos», significando, (I) Isaias, cap. LVII: Omnem flatum ego feci.