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La ciudad de Dios

fundió el espíritu' de vida, en la versión griega no se pusiera Paoen, como en ella se lee, sino Pneuma; y tampoco podría deducirse que necesariamente debíamos entender el Espíritu Criador, que propiamente se llama en la Trinidad el Espíritu Santo, supuesto que consta, como hemos dicho, que Pneuma se suele decir, no sólo del Criador, sino también de la criatura. Pero dirán que cuando dijo espíritu no añadiera de vida, si no quisiera entender allí el Espíritu Santo, y cuando dijo factus est homo in animam, «hizo Dios al hombre alma» no añadiera viventem, viviente, si no significara la vida del alma que se le comunicó por don y gracia del Divino Espíritu; porque viviendo el alma, dieen, con su propia cualidad de vida, ¿qué necesidad había de añadir viviente, sino para que se entendiese la vida que se le da por el Espíritu Santo? Y esto ¿qué es sino defender con mucho cuidado la parte de la sospecha humana, y no atender sino con mucho descuido á la sagrada Escritura? porque ¿qué mucho era, sin ir muy lejos, leer en el mismo libro poco más arriba producat terra animam viventem, «produzca la tierra el alma viviente», cuando crió Dios todos los animales terrestres? Después, interponiendo algunos pocos capítulos, aunque en el mismo libro, ¿que mucho era advertir lo que dice, et omnia que habebam spiritum vite, et omnis qui erat super aridam, mortuus est, «que todo lo que tenía espíritu de vida y estaba sobre la tierra había perecido»? Luego si hallamos también en las bestias alma viviente, y espíritu de vida, según el estilo de la Sagrada Escritura, y habiendo dicho el griego asimismo en este lugar donde se lee, todo lo que tenía espíritu de vida, no Pneuma, sino Pnoen, ¿por qué no preguntamos qué necesidad había de añadir viviente, supuesto que no puede ser alma si no vive? ¿Ỏ qué necesidad había de añadir, de vida, habiendo dicho espíritu? Enten-