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La ciudad de Dios

ras, y no advierten las frases y metáforas con que habla la Escritura, que no solamente se dice que sale de la boca de Dios lo que es su igual ó de su misma naturaleza, oigan ó lean lo que dice Dios en el sagrado texto: "porque eres tibio, y no cálido ní frío, te comenzaré á lanzar de mi boca» (1): así que no hay razón alguna para que resistamos ó contradigamos á las palabras evidentes y claras del apóstol, cuando, distinguiendo el cuerpo animal del cuerpo espiritual, esto es, este en que en la actualidad existimos de aquel en que hemos de estar después, dice (2): «arrojóse como semilla en la sepultura el cuerpo animal, y vuelve á nacer y á levantarse cuerpo también espiritual: hay cuerpo animal y hay cuerpo espiritual, conforme á lo que dice la Escritura que hizo Dios al primer hombre, Adán, alma viviente, y al último Adán espíritu vivificante, aunque no fué primero el cuerpo espiritual, sino el animal y luego el espiritual: el primer hombre de tierra fué terreno, el segundo hombre del cielo fué celestial; cual es el terreno, tales son asimismo los terrenos, y cual es el celestial, tales serán también los celestiales; luego asi como nos vestimos la imagen y semejanza del terreno, vistámonos igualmente la imagen y semejanza de aquel que es del cielo»; sobre todas las cuales palabras del apóstol hemos ya raciocinado, y por esto el cuerpo ani(1) Apocal., cap. III: Quoniam tepidus es, et neque calidus neque frigidus, incipiam te evomere de ore meo.

(2) S. Pablo., I ep, á los corinth., oap XV: Seminatur corpus animale, surget corpus spirituale; si est corpus animale, est et apirituale, sicut scriptum est, factus est primus homo Adam in amimam viventem, novissimus Adam in spiritum vivificantem; sed non primum quod spirituale est, sed quod animale; postea quod spirituale. Primus homo de terra, terrenus; secundua homo de cœlo, cœlestis: qualis terrenus, tales et terreni: qualis cælestis, tales et cælestes: et quo modo induimus imaginem terreni, induamus et imaginem ejus qui de cælo est.