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La ciudad de Dios

sumo bien en el alma, son los que viven según el espíritu, mediante á que el alma humana no es otra cosa que un espíritu: sin embargo, atendido el común lenguaje de las sagradas letras, es cierto que unos y otros viven según la carne, porque llama carne no sólo al cuerpo del animal terreno y mortal, como cuando dice: non omnis caro, eadem caro; sed alia quidem hominis, alia autem caro pecoris, alia volucrum, alia piscium, «no todas jas carnes son de una misma especie; diferente es la carne del hombre y la de las bestias, y diferente la de las aves y la de los peces», sino que usa con enérgica diversidad de la significación de este nombre; y entre estos distintos modos de hablar, muchas veces también al mismo hombre, esto es, á la naturaleza humana suele llamar carne, tomando conforme al estilo retórico el todo por la parte, como cuando dice: ex operibus legis non justificabitur omnis caro, «no hay carne alguna que se justifique por las obras de la ley». ¿Qué quiso dar aquí á entender, sino ningún hombre? según que con mayor claridad lo dice después: «ningún hombre se justificará por la ley»: y escribiendo á los gálatas, les dice (1): «sabiendo que ningún hombre puede jus—tificarse por las obras de la ley». Conforme á esta doctrina se entiende aquella expresión del sagradocronista (2): «el Verbo eterno se hizo carne», esto es, hombre: la cual, como no la comprendieron bien algunos, imaginaron que Jesucristo no tuvo alma humana, porque así como el todo se toma por la parte en el sagrado Evangelio, cuando dice la Magdalena: «han llevado de aquí á mi Señor, y no sé donde le han puesto», hablando solamente de la carne de Jesucristo, á (1) San Pablo, ep., á los Galat., cap. II. Scientes quia non justificabitur bomo ex operibus legis.

(2) San Juan, cap. I. Et Verbum caro factum est.