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La ciudad de Dios

que vive según Dios y no según el hombre, es necesario que sea amigo de lo bueno, de donde se sigue que aborrezca lo malo; y porque ninguno naturalmente es malo, sino que es malo por su culpa y vício, el que vive según Dios debe aborrecer de todo corazón á los malos (1), de suerte que ni por el vicio aborrezca al hombre, ni ame el vicio por el hombre, sino que aborrezca al vicio y ame al hombre, porque, quitando el vicio, resultará que todo deba amarse y nada aborrecerse.



CAPÍTULO VII

Que el amor y dirección indiferentemente se halla en la Sagrada Escritura en buena y en mala parte.


Porque todo el que quiere amar á Dios, y no según el hombre, sino según Dios, amar al prójimo como también á sí mismo, sin duda que por este amor se llena de buena voluntad, que en la Escritura suele llamarse más ordinariamente caridad, y también se llama amor según las sagradas letras, porque hasta el apóstol (2) dice «que debe ser amador ó amigo de lo bueno aquel que él manda elegir para gobernar el pueblo», y el mismo Señor, preguntando y diciendo al apóstol San Pedro: «¿me quieres más que á éstos?» respondió: «Señor, tú sabes que te amo». En otra ocasión le preguntó, no si le amaba, sino si le quería Pedro, quien respondió otra vez: «Señor, tú sabes lo que te amo»; .pero en la tercera pregunta tampoco dice el Salvador ¿ine quieres? sino ¿me amas? donde prosiguiendo el evangelista, (1) Salmo 138. Perfecto odio oderam illos.

(2) San Pablo, ep. á Tito, oap. II.