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San Agustín

vencida por el triunfo y victoria de Jesucristo» (1). Asimismo temen pecar y ofender á la Majestad Divina; desean perseverar en la gracia; duélense de los pecados cometidos, y se alegran de las buenas obras; pues para que teman el caer en la culpa, les dice el Salvador: «que crecerá tanto la iniquidad, que se entibiará la caridad de muchos»; y para que deseen perseverar, les dice: «el que perseverase hasta el fin, se salvará». Para que se duelan de los pecados, les advierte San Juan: «si dijésemos que no tenemos pecado, nosotros propios nos alucinamos y engañamos, y no se halla verdad en nosotros». Para que se llenen de gozo por las buenas obras, les certifica San Pablo (2): «que ama Dios al que da lo que da con alegría y de buena voluntad»»; y asimismo, según son imbéciles ó fuertes, temen ó apetecen las tentaciones; porque, para temerlas, oyen «si alguno, dice el apóstol (3) cayere en algún crimen, vosotros, los que sois más espirituales, mirad por él, procurando levantarle con espíritu de mansedumbre, considerando cada uno en sí mismo que puede también precipitarse en el abismo del pecado»; y para desearlas, oyen que dice un varón fuerte de la Ciudad de Dios, esto es, el real profeta David (4): «pruébame Señor, y tiéntame, abrasa y consume mis riñones y mi corazón». Para que se duelan en ellas: advierten como llora agriamente San Pedro, para que se alegren de ellas, escuchan, como (1) San Pablo., I, ep. á los Corinth., cap. XV. Quia fiet sermo, qui scriptus est: absorpta est mors in victoriam.

(2) San Pablo., II, ep., á los Corinth., cap. IX. Hilarem datorem diligit Deus.

(3) San Pablo., ep. & loa Galat., cap. VI. Si quis præoccupatus fuerit in aliquo delictó, vos qui spirituales estis, instruile hujusmodi in spiritu mansuetudinis, intendens te ipsum, ne et tu tenteris.

(4) Salmo XXIV. Proba me Domine, et tenta me, ure renes meos, et cor meum.