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San Agustín

dece persecuciones, y dentro temores» (1), deseando «apartarse ya de su cuerpo, y hallarse con Cristo»» (2) con ansia de ver «á los romanos (3) por tener algún fruto en ellos como en las demás gentes», celando ««á los corintios, y temiendo con los mismos celos que no les engañen y desvien sus almas de la fe y pureza que deben á Cristo» (4), teniendo «una gran tristeza y continuo dolor de corazón por los israelitas» (5), porque, ignorando la justicia de Dios, y queriendo establecer la suya, no estaban sujetos á la justicia de Dios» (6), y no sólo manifestando su dolor, sino «también sus lágrimas por algunos que habían pecado y no habían hecho penitencia de sus deshonestidades y fornicaciones» (7).

Si estos movimientos y afectos que proceden del amor del bien y de una caridad santa se deben llamar vicios, permitamos asimismo que á los verdaderos vicios los Ilamen virtudes; pero siguiendo estas afecciones á la buena y recta razón, cuando se aplican donde conviene, ¿quién se atreverá á llamarlas en este caso flaquezas ó pasiones viciosas? Por lo cual el mismo Señor, queriendo pasar la vida humana en forma y figura de siervo, pero sin tener pecado, usó también de ellas cuando le pareció conveniente, porque de ningún modo, en el que tenía verdadero cuerpo de hombre y verdadera alma de hombre era falso el afecto humano. Cuando se refiere del Redentor en el Evangelio «que se entristeció con enojo por la dureza del corazón de los judíos» (8), y (1) (8) San Pablo, ep, II á los Corinth., cap. VII.

San Pablo, ep. á los Philip., cap. I.

San Pablo, ep. á los Roman., cap. I.

San Pablo, ep. á los Corinth., cap. II.

(4) (5) San Pablo Apost., ep. á los Roman., cap. IX.

(8) San Pablo Apóst., op. á los Roman,, cap. X.

(7) San Pablo Apóst., ep. á los Corinth., cap. XII.

(8) San Marcos, cap. X. Quod super duritia cordis judeorum, cum ira contristatus sit,