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San Agustín

Así como Aarón no consintió con el engañado pueble en la construcción del ídolo siendo él. engañado, sino que cedió y se dejó llevar forzado; ni es creíble que Salomón con error pensase que tenía obligación de servir á los ídolos, sino que le compelieron á ejecutar semejantes sacrilegios los halagos y caricias de las mujeres, así se debe creer que Adán creyó á su mujer, como . cree uno á otro, el hombre á los hombres, el marido á su mujer; para quebrantar la ley de Dios, no engañado y persuadido de que le decía verdad, sino por condescendencia con ella, y la obedeció por el amor que la tenía. Porque no en vano dijo el apóstol (1) «Adán no fué engañado, la mujer fué la engañada», porque ella tomó como verdadero lo que le dijo la serpiente, y él no quiso apartarse de su única consorte ni aun en la comunión y participación del pecado. Mas no por eso fué menos reo y culpable, sino que, sabiéndolo y viéndolo, pecó; y así no dice el apóstol no pecó, sino no fué engañado, porque ya manifiesta seguramente que pecó cuando dice (2): «por un hombre entró el pecado en el mundo»»; y poco después más claramente «á semejanza del pecado de Adán» (3). Por engañados quiso, pues, se entendiesen aquellos que piensan que lo que hacen no es pecado; pero Adán to supo; porque de no saberlo, ¿cómo sería verdad que Adán no fué engañado?; aunque como no tenía experiencia del divino rigor y severidad, pudo engañarse en pensar y creer que el pecado era venial; y así por este camino, aunque no fué engañado lo que la mujer lo fué, se engañó en cómo había de tomar y juzgar Dios la excusa que había de (1) San Pablo, ep. á Timoth. cap. II. Adam non est seductus, mulier autem seducta est.

(2) San Pablo, ep. á los Rom., cap. V. Per unum hominem intravit peccatum in mundun.

(3) Id. Ap. eod, loo. In similitudinem prævaricationis Ada.