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La ciudad de Dios

dar, diciendo (1): «la mujer que me diste por compañera, ella me lo dió y comí». ¿Para qué, pues, nos cansamos y alargamos en esto? Verdad es que ambos no fueron engañados, pero ambos pecaron, y por ello quedaron presos y enredados en los lazos del demonio.



CAPÍTULO XII

De la calidad del primer pecado que cometió el hombre.


Si alguno dudase por qué la naturaleza humana no se muda con los otros pecados, como se mudó por el pecado de aquellos dos primeros hombres, de suerte que vino á sujetarse á tan grande corrupción como vemos y sentimos, y por ella á la muerte, y se vino á turbar y á padecer tanto número de afectos tan poderosos y entre sí tan contrarios, de todo lo cual no sintió ella nada en el Paraíso antes del pecado, aunque eatuviese en cuerpo animal; si alguno dudase, repito, y le hiciere esto dificultad, no por eso debe pensar que fué ligera y pequeña aquella culpa porque se hizo en cosa de comida, que no era mala' ni dañosa sino en cuanto era prohibida; porque no criara Dios cosa mala ó la plantara en aquel lugar de tanta felicidad, sino que en el mandamiento les encargó y encomendó Dios la obediencia, virtud que en la criatura racional es en cierto modo madre y custodia de todas las virtudes; porque crió Dios á la criatura racional de manera que le es útil é importante el ser sujeta y muy pernicioso hacer su (1) Génesis, cap. III. Mulier, quam dedisti mihi sociam, ipsam mihi dedit et manducavi.

Tоио III.

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