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Por su parte, Hans Jonas, con su obra Das Prinzip Verantwortung (1979), crea el marco intelectual para la apertura epistemológica del principio de precaución. Este último y el principio de responsabilidad son principios no sustantivos. Están íntimamente relacionados y constituyen la cara de una misma moneda, sentando las bases epistemológicas para el concepto de sostenibilidad y de gobernanza. En concreto, el principio de responsabilidad jonasiano introduce una ética basada en el futuro, evaluando no solamente las relaciones levinasianas con el otro, es decir, entre humanos. Por contraposición a la ética tradicional, bien esté asociada a los sentimientos morales (Hume y los moralistas ingleses), o bien a la ética normativa (Kant), la ética jonasiana no solamente se circunscribe a las relaciones entre seres humanos contemporáneos; incluye también las relaciones con la naturaleza y otros seres vivos, así como con las generaciones futuras.

El informe Brundtland, publicado en los ochenta del siglo pasado, igualmente ha sido capital, aportando una definición, próxima al formalismo kantiano, que ha permitido centrar el debate de la sostenibilidad hasta nuestros días. Esta concepción de sostenibilidad implicaba sentar a la mesa de negociación a las generaciones futuras. Se diría que una sociedad es sostenible si no traslada cargas ni externalidades negativas a las generaciones venideras. Por extensión, hablamos de cargas ambientales, pero también sociales, financieras, fiscales, etcétera.

Las sucesivas cumbres de la Tierra (Río, Kyoto, entre otras) igualmente han sido fundamentales para definir y enriquecer el concepto de sostenibilidad, así como para tomar conciencia de los importantes desafíos ambientales que están apareciendo como consecuencia de la actividad humana, especialmente derivados de la producción y el consumo. Uno de estos grandes desafíos es el cambio climático, una de las mayores catástrofes naturales a las que nos enfrentamos. Se trata de una catástrofe silenciosa y que requiere de un acuerdo global para poder mitigarla. En este sentido, el Acuerdo de París de 2015 (COP21) ha sido fundamental para buscar un consenso para la acción política a partir de las advertencias científicas del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

El cambio climático es un fenómeno que va a implicar profundas transformaciones en nuestro sistema económico y en nuestras formas de vida. De igual modo, va suponer importantes costes y riesgos de adaptación en el proceso de transición hacia una economía baja en carbono. En


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