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leones, alegoría común y constante en monumentos de estilo románico, pueden acaso fijar la edad de Santa María del Yermo, trayendo su edificación al undécimo siglo, casi dos centurias más próxima á nosotros que la vida de Ariulfo y su permanencia en los montes cántabros.

Asaz añeja es, sin embargo, para merecer la atención del curioso y las visitas del viajero. Quizás no tarden estos en hallar ruinas y escombros ocupando el solar bendito: nuestra edad necesitada y mezquina apuntala con madera el granito, y sostiene con troncos secos las rajadas paredes de Yermo. Ya en tiempo antiguo fue preciso restablecer el muro espuesto al vendabal y sus aguaceros, y otra vez le roen y enmohecen las tenaces lluvias; en cambio el recortado sillarejo del ábside, viste el color armonioso y rico de piedra empapada de años y de soles.

Artistas y poetas habrán pasado á corta distancia del interesante santuario, sin sospechar acaso su existencia. Porque en sus inmediaciones, un manantial benéfico y afamado, Caldas de Besaya, reúne porción de gentes venidas de provincias y pueblos distantes; los bañistas en sus paseos por la carretera llegan á Riocorbo; si desde allí vuelven los ojos á su izquierda, descubren una cruz levantada sobre la poblada espesura de los castaños que visten un cerro, puesto al parecer para atajar con valla de tierra y hojas la garganta de desmontes: aquella cruz corona la espadaña de Santa María; pocos minutos de camino duro al pie, es cierto, pero suave al espíritu, rico de sombra y de frescura, de aire campesino, de murmullos y zumbidos, de aromas y gorgeos les llevan sin fatiga al pie del monumento.

Juan García


LA RECIENTE ERUPCION


DEL VOLCAN DE COLIMA, SEGUN UN TESTIGO DE VISTA.

No dejarán de leerse con interés las noticias que acerca de la reciente erupción del volcan de Colima, en la repúbli a hispano-americana de Méjico, ha dado un testigo de vista. Esta erupción ha tenido lugar durante los últimos meses de Junio, Julio, Agosto y Setiembre, acompañándola circunstancias muy curiosas. Siempre estas grandes crisis de la naturaleza se presentan á la imaginación de los hombres con el mayor interés, y jamás se borran de su memoria. Los griegos creían que los volcanes eran la entrada de los infiernos, y erigían á su pie templos en honor de los dioses infernales, penetraban en su cráter para consultar á los mismos dioses, v trasmitían á la posteridad mil tenebrosa tradiciones. Homero propagó esta mitología de los infiernos, que ha dado eterna celebridad á muchos lugares. Los titanes y los gigantes son los símbolos helénicos de las fuerzas que se agitan en lo interior de la tierra, y que producen los volcanes y los temblores. Por esto se colocaba la guerra entre los dioses y los titanes en la Tesalia, en donde existia el recuerdo de haber sufrido grandes terremotos el monte Ossa y el monte Pelion, trasformando la superficie de la comarca, y dando distinto curso á las aguas. Otras veces es Júpiter quien lanza rayos, ó Neptuno quien arroja grandes peñascos con su tridente, y victoriosos los dioses, logran encerrar á los titanes en las entrañas de la tierra. La edad media atribuía también á la acción de Satanás las erupciones de los volcanes, y aun en nuestros dias se observan con inquietud tan misteriosos fenómenos.

Estos fenómenos, dice Boscowitz en su libro sobre los volcanes, llaman la atención del hombre pensador, no solo porque son los mas conmovedores y maravillosos que se puedan observar, sino porque al estudiarlos se comprende mejor la imprevista historia de las revoluciones del globo. Gracias a la poderosa actividad de los agentes subterráneos, se ven en poco tiempo grandes cambios sobre la superficie del globo; se ven hundir altas montañas, mientras otras se elevan gradualmente vertiendo torrentes de luego; aparecen islas inllamadas en medio del Océano y columnas Ue agua en medio del desierto; aquí desaparecen ríos ó abandonan bruscamente su curso secular; allí es el mar el que bajo la presión de fuerzas interiores, arroja sus olas inmensas sobre las playas y trago, florecientes comarcas. Al observar con atención las circunstancias que acompañan estas grandes catástrofes nos podemos formar idea mas exacta de la vida de nuestro planeta, y del poder y energía de este astro en el que nacemos, vivimos y morimos. Aunque desde hace mucho tiempo hayan lijado los hombres su atención en el estudio de estas grandes y terribles conmociones, es lo cierto que todavía no se conoce la causa que la produce. La actividad interior del globo se manifiesta esteriormente por fenómenos tan variados y tan numerosos, que casi se creen motivados por un sólo y único agente, sea cual fuere el nombre con que se le califique: electricidad ó calórico, fluido elástico ó fuego central.

Vamos á ocuparnos de la erupción reciente del volcan de Colima. Dos eminencias cónicas forman los volcanes conocidos por nevado y de fuego situados al Este de la ciudad de Colima, dice el ingeniero don Miguel Orozco, que es quien ha hecho observaciones de los fenómenos ígneos, y ha publicado con fecha de 15 de Setiembre último. Ambos volcanes distan unas ocho leguas de Colima. El nevado termina en un pico inaccesible, el de fuego, está truncado, presentando un cráter de unos 130 metros de diámetro, en cuyo fondo erizado de rocas, y en forma de embudo, se advierte una zona amarilla de azufre sublimado. La altura, según datos tomados de una carta que dirigió al Ayuntamiento de Colima en 13 de Febrero de 1831 don Eduardo Harcort, es:

Sobre el ni- |Para el de fuego 4260 varas =3569, 88 metros,
vel del mar. |Para el nevado 4510  » = 1779,38  »
Sobre Co- |Para el de fuego 4050 =-3339,90 "
lima. . . . |Para el nevado 4300  » - 3003, 40  »

Estas mismas alturas sobre el nivel del mar dadas por los ingenieros Eugenio Monserrat y N. Delfus en 4 de Marzo de 1866 son:

Para el de fuego 3930 metros.

Para el nevado 4223  »

Las diferencias que se notan entre estos datos provienen sin duda de defecto de los instrumentos de que tuvieron que hacer uso ó de errores en las observaciones.

De diferentes puntos del derredor de las vertientes y siguiendo sus direcciones, nacen cañadas y barrancas que á distancias más ó menos alejadas de su origen mantienen corrientes de una agua pura y cristalina entre las que figuran partiendo del Oriente hasta terminar al Poniente las de las barrancas de Alenquique, Platanar, Uellran, Conejo, Cachepehua. le, Tonila, del Muerto, de la Quesería, de San Gerónimo, los arroyos de San Joaquín, Trapiche, délas Grullas, desaguando todos estos en el rio de Coahuayana, y los arroyos del Maurique, de Colima y barranca de San Antonio que lo hacen en el de la Armería. Los cursos de estas corrientes no han sufrido alteración alguna después de comenzada la erupción, tampoco se ha notado hayan aparecido nuevas corrientes ó disminuido las que ántes había.

Otras grandes erupciones tuvieron lugar en tiempos antiguos, pero sólo queda memoria de las acaecidas en 18-jü y I tík>, desde cuya ultima fecha no lu cesado el volcan de estar mas ó niénos en actividad, lié aquí ahora lo mas interesante del diario del ingeniero señor Orozco:

«Por la tarde del 12 de Junio de este año, dice, baca el Nor-esle del volcan, en la parte más alta, se notó salir columnas de humo espeso que se creyeron originadas por quemazones del monte, durando esta creencia hasla entrada la noche, en que se vio salir del mismo lugar una especie de llama brillante y masas incandescentes que rodaban hacia las parles mas bajas perdiendo poco á poco su incandescencia y producid do un gran estruendo. Estos fenómenos causaron, como era natural, mucho terror á los habitantes de las cercanías, dando por resultado, que personas de alguna instrucción hicieran la ascensión al cráter, desde donde veían abrirse á cada momento en la parte donde se verificaba la erupción abras ó respiraderos que arrojaban humo, un fuego deslumbrador y grandes volúmenes de piedras hechas áscua que bien pronto perdían aquel estado al contacto de la atmósfera, y salir del centro del caáter un humo amarillento de un olor semejante al carbón de piedra en combustión; la temperatura observada en el cráter á las doce y inedia del diatue de 4° y medio de Reaumur, y cerca del lugar de la erupción, á las doce, estando lloviendo, de 42".

«Con objeto de proporcionarme los guias y datos necesarios para llenar debidamente la misión que me había propuesto, salí de esta ciudad en la mañana del 18 corriente con dirección á la hacienda de San Marcos, acompañado de los señores don Manuel Gómez Z., fotógrafo, y don Jesús Martinez, pintor. El día fue lluvioso, los volcanes permanecieron cubiertos de nubes, dejándose ver un momento por la mañana y otro despues de puesto el sol.

«Los dias 19, 20 y 21, á consecuencia del mal temporal, permanecimos en la hacienda de San Marcos, distante de la cima de los volcanes, cosa do cuatro leguas, donde el señor don Mauricio Gómez, propietario, nos colmó de atenciones, proporcionándonos ademas lo necesario para el viaje, que no pudimos verificar sino hasta el 22. En la mañana del 19 cayeron fuertes aguaceros que se repitieron por la tarde, los volcanes estuvieron cubiertos, en su cima y en ciertos intervalos se notaba hácia el Norte del de fuego, en una eminencia azulada, salir pequeñas columnas de vapores que pronto se disipaban. El 20, amaneció nublado y amenazaba un lluvia de varios dias; la tarde fue tempestuosa y nos invadió una densa niebla que duró hasta las nueve de la noche, á cuya hora se comenzó á despejar la atmósfera. Nada particular se pudo observar que tuviera relación con la erupción sino es, las mismas columnas de vapores que se vieron el día anterior; la temperatura fue de:


27" centígrados á las 3 de la larde. 22° a las 0 » » 22' á las 9 i noche.

«El 21 amanecieron los volcanes muy limpios, notándose en los lados del de fuego asi á la derecha y un poco abajo del cráter un mamelón ó eminencia, despidiendo de su cima una gruesa columna de humo ; por la tarde lloviznó ligeramente, siguiendo después una niebla acompañada de una manga de agua que duró hasta las diez, de la noche. Las mismas columnas de vapores se observaron hoy; la temperatura fue de:

20° á las 5 y media de la mañana.
27° y medio » 3 « tarde.
24° » 5 y media « »
23° » 9 " noche.

"Provisto de lo necesario y dirigidos por el guia Narciso Vázquez, emprendimos el 22 por la mañana nuestra camínala hacia la parle del volcan donde se verificaba la erupción, llegando ó las diez á un punto llamado la Joyita, simado entre los dos volcanes y próximamente donde termina la vegetación. El camino es penoso, bastante inclinado y muy accidentado, siguiendo ya la línea de mayor pendiente de las vertientes, ó el centro de las cañadas y barrancos que abundan en el trayecto, haciéndose insensible en parte, por la distracción que proporciona la contemplación de la abundante como hermosísima vegetacion que le reviste.

«Mientras dejamos ocupados los mozos en establecer la t enda de campaña en el lugar que creímos á propósito para edar á salvo de los peligros, los señores Gómez, Martínez y yo nos dirigimos al pie del mamelón formado con la Java que ha sido arrojada en la actual erupción y distante de la mebela de la Joyita cosa de 300 metros, donde permanecimos hora y media viendo los derrumbes que se verificaban casi sin interrupción de la parle superior, produciendo á su caida un ruido semejante al de una cascada lejana y una columna de polvo y vapor que se eleva á una cierta altura. Vueltos al paraje, y cuando nos ocupábamos de comer, se oyeron unos ruidos confusos que parecían salir del interior de la tierra; pero que poco después, habiendo observado más atentamente, conoci que eran causados por las descargas eléctricas de las nubes que cubrían el cielo.

«Desde las nueve de la mañana se extendió por toda la montaña una densa neblina que no se disipó hasta las cuatro de la tarde, sucediéndole una llovizna de media hora, apareciendo después el sol un poco velado, y con él, el cráter del volcan, la cima del mamelón y el cantil que forma el perímetro del mismo.

«Con excepción del guia, estuvimos todos atacados de un fuerte abrumamieto de cabeza que atribuimos de pronto á efectos de vapores que se desprendían del volcan, pero que pronto conocimos eran causados por la diferencia de presión atmosférica que habíamos tenido, y por el abatimiento de temperatura que sentíamos á pesar del mucho abrigo que nos cubría.

«Una parte de la tarde la pasé recorriendo la meseta de la Joyita y lugares vecinos, encontrando á cada paso fosos de anchuras y profundidad variables que llamaron mi atención, y que conoci después de un exámen que de ellos hice, provenían de la destrucción de las cepas y raices de árboles se colares que alli existían, produciendo las raices ramosas los mas anchos, y las pibotantes los hondos y angostos; el terreno bastante accidentado está compuesto de fragmentos de lava comenzando á descomponerse, pero cubierto de grande y vasta vegetación. Los árboles y arbustos más próximos al promontorio de lava, comienzan á sufrir una trasformacion en la coloración de su follaje tornando el amarillo rojizo, en vez del hermoso verde que poseían.

»A las cinco de la tarde nos dirigimos á una de las alturas más cercanas del mamelón, conocidas por Cerros de las Píayitas, para ver si lográbamos desde alli examinar su superficie y el cono del volcan que nos ocultaba la parte del cantil que daba hácia donde nos hallábamos y que tendría 40 metros de altura; los señores Gómez y Martínez ocupados de recoger algunas plantas y haciendo elección de lugares que pretendían dibujar, se quedaron en el trayecto, continuando yo, el guia y dos mozos hasta llegar á la cumbre en el momento de ponerse el sol, presentándose á nuestra vista e] panorama más bello que una imaginación ardiente pueda