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LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA 15


déjame que bendiga aquellos ratos,
y tu buena amistad celebre y cante,
para dar ese ejemplo á los ingratos.

y desde el año nuevo en adelante,
del Rhin al Plata, del Pisuerga al Segre,
el que nos quiera mucho, que se alegre;
el que nos quiera poco, que se aguante!

Manuel del Palacio.

Montevideo, 31 Diciembre 1885.


NUESTROS GRABADOS


EL LAGO Cuadro de T. Aron Comprendemos la satisfacción que debe experimentar esa pareja al dar una vuelta por un lago tan bonito y pintoresco.

UNA BELLEZA DE PRAGA

Compréndese que un país que tiene tan hermosas mujeres quiera ser autónomo y consiga se le reconozca oficialmente el uso de su lengua, una de las mas ricas de la raza eslava, y preferible por ende al desagradable idioma alemán. Bohemia a consiguiendo de día en día nuevas reivindicaciones, y es de esperar que al fin logrará ocupar el preeminente lugar que en otros tiempos alcanzó en Europa.

FLORA

Cuadro de Francisco Casado del Alisal.— Dibujo de P. y Valor'

Adivinase al momento la mano del malogrado maestro en esa obra de factura tan elegante, de tan correcto dibujo y tan brillante colorido, perfectamente apreciable en la concienzuda copia hecha por Plá y Valor.

El ilustre Casado tenía el don de renovar la representación de los mas trillados asuntos; la tradicional Flora de los pintores adocenados, reviste, bajo el influjo de su paleta, el original aspecto de esa hermosa dama á quien lo único que puede reprocharse es el ser más aristocrática que mitológica.

INVIERNO

Dibujo de K. Brokka

Terrible invierno ese de Brokka, siniestro, cruel. Kl asun- to está representado con elocuente realismo, tanto, que hace tiritar.

LOS FAVORITOS DEL EMPERADOR HONORIO

Cuadro de W. Waterhouse

UNA CALLEJUELA EN LA ANTIGUA ROMA, acuarela por el mismo

No habrán olvidado seguramente nuestros lectores el hermoso cuadro de Santa Eulalia que publicamos hace pocos meses, en el cual tan gallardas pruebas de invención pintoresca y de sentido histórico dio el autor. Al mismo género pertenecen las dos reproducciones de obras de Waterhouse que damos hoy: Los favoritos del emperador Honorio es un hermoso lienzo inspirado en un paisaje de Gibbon acerca de las adulaciones de que era objeto por parte de los palaciegos y Claudianos el pobre pupilo de Estelicon, mientras los bár- baros invadían el imperio y desolaban las provincias. Una callejuela en la antigua Roma, es una deliciosa acuarela de vivo y agradable color y de límpido tono, llena de bonitos y exactos pormenores que hacen revivir la época en que la Ciudad Eterna era la capital del mundo.

LA ÚLTIMA ESCENA DE HAMLET

Cuadro de Sánchez Barbudo —Dibujo de P. y Valor

Este notabilísimo y grandioso lienzo, uno de los primeros que figuraron en la última Exposición Nacional de B-ellas Artes, representa el instante en que Hamlet se dispone A lanzarse con la espada desnuda sobre el rey Claudio, después de haber sido herido por Laertes y haber herido á su vez á éste, que permanece en pié sostenido por varios cortesanos. Hay en el cuadro más de treinta figuras, divididas en tres grupos principales; á la izquierda los cortesanos que apoyan al moribundo Laertes; en el centro las damas de honor arrodilladas junto á la reina, que acaba de espirar envenenada por haber bebido la copa destinada para Hamlet; á la derecha el rey Claudio, de pié, apoyado en el solio, y aterrado y confundido A la vez ante el horror de la situación, el aspecto amenazador de Hamlet y los terribles cargos que éste le dirige. En el centro figura Hamlet en actitud descompuesta, empuñando la espada envenenada con que fué herido, merced á la traidora asechanza del rey Claudio.

Decía hablando de este cuadro un distinguido crítico de Madrid: «Llama la atención el grupo de damas de honor por el verdadero derroche de blanco que el pintor ha invertido en sus trajes. Esto produce un gran efecto luminoso, que llega á deslumbrar y que desentona bastante el cuadro. La figura de Hamlet no corresponde á la idea que todos tenemos de este personaje. Debiera ser rubio, pálido, alto, y el pintor le hace moreno, de negra barba y de menos que mediana es'a- tura. El rey Claudio está trazado con magníficos rasgos, y el colorido de su ropaje indica en el pintor excepcionales condiciones artísticas. Hay en el cuadro animación y vida, brillantez de color y grandes contrastes de luz. EL Sr. Sánchez Barbudo puede estar satisfecho de su obra.»

RECOLECTORES DE ALGAS MARINAS, UN DÍA DE TORMENTA

Cuadro de John Smith Lewis

El autor es uno de esos bravos pintores norte-americanos que con tanta decisión están trabajando para dotar á su país de un arte verdaderamente nacional. En ese cuadro hácese patente la influencia de la joven escuela realista francesa, que llora todavía hoy la muerte de Bastien-Lepage, así como otros, V gr. John Sargent, han buscado su inspiración en Goya.

FELIPE IV

Retrato de Velázquez

Esta obra del primero entre todos los pintores habidos,— y probablemente por haber,— es una de las poquísimas con que se honran los Museos extranjeros, y figura en la galería de Dorcbester (Londres). El retrato es de tamaño natural, y representa á Felipe IV en sus treinta y cinco años. Como todos los cuadros del autor está compuesto muy armoniosamente y no menos armoniosamente pintado.

GRANADA DURANTE UN CHUBASCO

Cuadro de Muñoz Degrain. — Dibujo de P. y Valor

¡Qué hermosura! iQué profundo sentimiento de la naturaleza! !Qué conocimiento de la luz, del cielo y del agua! El pintor ha logrado perpetuar en su cuadro un momento de melancólica belleza de la ciudad morisca. ¡Cuántas cosas no hay en esa composición y ¡cuántas emociones no produce! Sólo á los grandes talentos es permitido ver las cosas con ese aspecto elocuentemente expresivo.

EL ÁNGEL DE LA GUARDA

Cuadro de Hermán Kaulbach

Bellísima composición diítna del autor de tantas delicadas obras, algunas de las cuales han visto ya la luz en estas páginas. No hay que confundir al piutor Hermán Kaulbach con el famoso dibujante del mismo apellido; ambos son ilustres, pero la especialidad del autor de El ángel de la Guarda es muy distinta de la del autor de La Reforma. Todo lo que en este es fuerza y vigor, es delicadeza y gracia en su homónimo, gran intérprete de piadosas leyendas y de consoladoras creencias

TOLEDO: PUENTE DE ALCÁNTARA

Este Puente de los Puentes, como se le ha llamado, es la principal avenida por donde se entra en la imperial ciudad. Construido por los romano ha sido sucesivamente restaurado y fortificado por godos, moros y cristianos, constituyendo sus nobles y atrevidos arcos un ejemplo admirable de obras de su género.



LA FUENTE DE LOS CURRUTACOS

Á MI AMIGO ALFREDO OPISSO

I

LA GENTE DE ANTAÑO

Sonreían los albores de nuestro bendito siglo XIX, y era arrullado, agasajado y ensalzado por las seguidillas boleras y por las seguidillas manchegas, por las tiranas, por las tonadillas, por el fandango y por otras tantas trovas picarescas, intencionadas y resbaladizas, que imprimían color nacional y fisonomía propia á la abigarrada sociedad española, compuesta de oficiosos abates, de atrevidos diestros, de aplaudidos histriones, de pundonorosos guardias reales, de insípidos petimetres, de finchados currutacos, de rechonchos frailes, de aturdidos estudiantes, de melindrosas damiselas, de festejadas lechuguinas, de curiosas monjas, de descocadas caleseras, de rumbosas majas, de inciviles manólas, formando un solo cuerpo, una sola persona, un solo pensamiento y una sola voluntad.

¡Dichosa época en que tenían efecto los seráficos rosarios de la aurora, las comilonas campestres, las tertulias de confianza, las citas á hurtadillas en los templos del Señor, y muchos enredos, muchas intrigas, muchas farsas, muchas danzas y contradanzas, en que la moral, el decoro y las virtudes cívicas no representaban, desgraciadamente, el principal papel!

Siglo que apareció en la escena pública empolvado y cepillado, como si saliera del tocador, repartiendo peinetas de concha, juguetonas y nevadas mantillas, collares de perlas, abolladas basquiñas, sedosos guardapiés, pulidos chapines, estuches de dulces, primorosos ridículos, perfumados pañuelos, sombreros de tres picos, terciopeladas casacas, nevados chalecos, calzón corto, medias de seda, zapatos con hebillas de plata, y el indispensable manto, codeándose con la rumbosa capa, al son de la pavana ó al compás de las graves, pausadas y aristocráticas notas del ceremonioso minuet.

En aquellos días, y entre tales gentes, ocurrió en la modesta villa de N..., villa mitad murciana mitad andaluza, lo que forma el asunto de la presente narración.

II

LA DAMA

Era un portento. Imagínate, lector, una morena, pero muy morena, como manda Dios y debieran ser todas las mujeres en el mundo. Una muy distinguida dama, alta de talle, de veintisiete años de edad, de rostro agraciado, risueño y expresivo; dotada de abultadas trenzas negras, lustrosas y perfumadas; de ojos pequeños, vivos, punzantes, saltadores y parlanchines; de nariz griega; de boca juguetona, fresca, apetitosa y encarnada, y añadid á ese rostro unas largas y enlutadas pulseras; á los ojos, unas terciopeladas y tentadoras ojeras; perfilad sobre el labio un finísimo bozo; colocad un hoyo, que valga un mundo, junto á la boca, y otro hoyo, que valga un cielo, en el centro de la redonda y torneada barba, y tendréis el vivo retrato de doña María Luisa del Jordán Zúñiga y Zúñiga, viuda de D. Venancio de Segura y Compolino, oidor de la Rota y sapientísimo señor.

Aquella muy noble y agraciada viuda, esbelta, elegante y juguetona, había leído mucho y bueno, tocaba la guitarra como fray Basilio, bordaba al realce, fabricaba sabrosas golosinas, era muy limpia de cuerpo, pensamiento y obras, y estaba dotada de un desparpajo de buen género, de una gracia tan fina y delicada, de una soltura y elegancia en el decir, que los frailes la llamaban la culta, los currutacos ¡a dioso, los pisaverdes la ninfa, las damas la canta, y los doctores la sabia.

Pero era una culta, una diosa, una ninfa, una casta y una sabia tan agraciada, tan pilla, tan juguetona y tan elegante, que trabucaba el seso á cuantos admiraban el fuego de sus ojos y su donaire, ó merecían el alto obsequio de ser contados en el número de sus pocos y escogidos amigos.

La noble señora vivía, en compañía de una ama de llaves, en su casa solariega situada en la calle del Palo Corto, que era una casa, como todas las de su época, sombría por fuera y pintada por dentro, muy clara, muy espaciosa, muy fría y muy bien decorada, que era conocida por la casa-templo en toda la localidad.

III

EL GALÁN

Don Leandro, golilla sin pleitos, casado y con hijos, hacendado, hombre muy hablador, muy mujeriego, muy pulcro, muy hiperbólico en el hablar, muy terco en sus cuestiones y muy afrancesado; era el admirador más rendido, más entusiasta, más servicial y más oficioso de cuantos trataban á la preciosa dama en toda la villa y su dilatada comarca.

El buen señor pulsaba la lira, digo mal, la péñola, y era de ver cómo en sus letrillas anacreónticas, soñados epitalamios y seguidillas pedestres, ya imitando al lúgubre Cadahalso, ya á Paco Barbero, ensalzaba las gracias de la dama de sus pensamientos, de la señora de sus afanes, de la reina de su alma, de la musa de sus inspiraciones, que era astro de bienandanza, la Ceres de sus vegas, la mariposa de sus ilusiones, la zagala de sus mimos, la Galatea de sus riberas y la Lucinda de sus vigilias, como todas las damas y petimetras que salían á relucir en romance, tonadillas y saínetes, en aquellos días que, afortunadamente, se fueron para más no volver.

Era nuestro héroe un noble varón, de cara avinagrada, de ojos pequeños y oblicuos, de na-