Página:La maestra normal.djvu/49

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

40 MANUi:i. GÁI<VEZ

donde todo se sabe, ampararán sus vicios en los ejemplos que vienen de arriba.

Y agregó, triunfante, mirando de reojo a Palmarín:

— Por eso si el colegio nacional parece... una cueva de corrompidos, ¿a qué se debe sino a la inmoralidad de aquellos que debieran ser inmaculados?

Palmarín protestó. Él no era un San Luis Gonzaga, pero tampoco un corrompido. Quería defender al colegio de "las calumniosas y antipatrióticas imputaciones" del Director, demostrar que allí se respetaba el decoro y la moral, convencer al Director que...

—¡Silencio, mocoso! — interrumpió don Nilamón. — ¡Basta de barbariar!

Palmarín, habituado a las expresiones de don Nilamón, que le había visto nacer, lejos de darse por ofendido, dejó la palabra al médico.

Don Nilamón se desató. Parecía que cuanto iba diciendo lo tenía guardado desde hacía mucho tiempo y que aprovechaba la oportunidad para desahogarse. Hablaba a borbotones, atropellándose, dando manotadas. Se levantaba, se sentaba, se abanicaba furiosamente. De cuando en cuando se volvía, para escupir hasta el medio de la calle. Amenizaba su oratoria con gran gasto de ternos que incomodaban al Director casi tanto como sus gases.

—La escuela no debe invadir el hogar, señor Director; es el hogar, en todo caso, lo que podría invadir la escuela. Antes, los directores de colegios jamás pretendieron reglar la conducta privada de los maestros. Todas estas novedades las ha traído el normalismo, ¡badajo!

Y empezó a despacharse contra el normalismo.

El Director pasaba momentos de angustia; los gases le ahogaban. Sentía frío, aunque la noche era sofocante, y tuvo que ponerse el sobretodo. A cada rato miraba el reloj. En cuanto a don Nume, ni veía ni oía. Su sola preocupación era que llegase el momento oportuno para ejercer su prudencia, desviando la conversación hacia un tema menos enojoso.