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LA MAESTRA NORMAL 47

—¡El normalismo es la peor plaga que puede invadir a un pueblo joven! — clamaba don Nilamón.

En el orden de la cultura el normalismo significaba el predominio de la enseñanza primaria sobre la universitaria, la muerte de los altos estudios, la desaparición de aquella aristocracia cultural que se llamó el humanismo. Con la invasión de los pedagogos y los primarios, verdaderos primarios, ya no se quería que el país tuviese sabios, escritores, artistas, filósofos, humanistas: sólo querían tener escueleros. ¡Escuelas y más escuelas! pedían los bárbaros en coro y combatían la creación de nuevas universidades. Lo que interesaba a los políticos, a los mediocres, al periodismo, era que todas las gentes del país supiesen leer: hasta el pobre arriero de la montaña, hasta el indio de ojota. ¡Enseñar a leer a gentes que no han de leer en su vida! ¿Para qué les servirá eso? En cambio les servirá oue haya en su provincia algunos hombres de gran saber y talento. Estos harán construir caminos, puentes, contribuirán a mejorar las condiciones de la vida. La gloria de los pueblos no dependía de que el rebaño supiese leer, sino del valimiento de algunos de sus hijos.

—Estamos en una era científica — sentenció el Director.

— Mediocre querrá decir — contestó el médico.

Y continuó con el normalismo, que propendía, según él, a la más pretensiosa [sic] forma de cultura. Un poquito de todo, pero, eso sí, todo muy bien ordenado y encajado en la cabeza. En el orden de las instituciones, el normalismo llevaba a la anarquía. Enemigo de la familia, por idiosincracia y rivalidad de predominio, prescindía por completo de la autoridad paterna. Todo era el maestro, "la señorita". Había libros de lectura para las niñitos, escritos por pedagogos, donde en las trescientas páginas no se nombraba una sola vez ni al hogar ni a los padres. En su pedantería cientificista, los pedagogos eran enemigos de la libertad de enseñanza. Si por ellos fuese, se llegaría al monopolio por el Estado. Ellos quisieran que el Estado se apoderara de los niños en cuanto salen del vientre de las madres para educarlos en común. ¡Iniqui-