Página:La maestra normal.djvu/71

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

6S MANUEl^ GÁI.VEZ

aún, glorioso de vejez, el árbol patriarca que plantó en tiempos de la conquista San Francisco Solano. Era un naranjo muerto en su mitad, como herido por una hemiplegia. Luego visitaron la celda donde vivió aquel gran santo que convertía a los indios calchaquíes con la música de su violín. En el altar — el sitio que ocupara el lecho — una estatua del santo ostentaba su lamentable estética. Aparecía allí Francisco Solano con una mirada tierna y falsa, teniendo en una mano un violín nuevito, en la otra un crucifijo de plata labrado por los indios, y, pendientes de la cintura, el arco y el rosario.

Dejaron el carruaje frente a la casa de doña Críspula. Rosario se paseaba por la vereda con una amiga. Solís recordó haber visto en la plaza a la compañera de Rosario.

—¿Se han divertido mucho? — preguntó Rosario cuando ellos se acercaron.

—Ya lo creo — contestó Solís; — es muy interesante La Rioja.

Rosario presentó a su compañera.

—La amiga de que tanto hemos hablado, señor Solís.

Solís le dio la mano. Pero no se acordaba qué amiga podría ser. Estuvo por decirle a Rosario que ella había hablado con doña Críspula de media humanidad. Pero pensando, pensando, rememoró los nombres que oía con más frecuencia. Y cuando creyó haber acertado, dijo con modo amable e insinuante:

—Es la señorita de Gancedo, ¿verdad?

Fué una bomba. Rosario lloraba de risa. Pero a Raselda, a quien la confusión no le hizo gracia, entreabría apenas los labios con sonrisa forzada. Pérez exclamaba: "¡qué lindo!" Solís se había sonrojado levemente.

—¡Que no sepa mamá! —decía Rosario.

Y agregaba, ahogándose de risa:

—¡Mire que confundirla con las guanacas!

—A todo esto, — intervino Solís — todavía no sé quién es la señorita.

—Es Raselda — dijo Rosario.

Habían hablado muchísimo de ella. ¿No se acordaba?