Página:La maestra normal.djvu/89

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que jamás, con nadie, hablase una palabra del asunto. Raselda así lo prometió y entonces Plácida refirióle lo esencial, ocultando detalles y cambiando algunas cosas que pudieran impresionar mal a su niña. ¡Al fin y al cabo se trataba de la madre! Raselda quedó anonadada, pero, preparada para todo, se resignó, y a las pocas semanas ya no le preocupó el asunto. Solamente le incomodaba que las niñas supiesen esa historia y que la comentasen. Entonces explicóse muchas cosas. Por eso las compañeras de la escuela no querían ser sus amigas. La historia de la madre caía sobre ella como una gran vergüenza. Pero ella le perdonó el mal que le había hecho.

Poco tiempo después tuvo lugar el terremoto que destruyó la ciudad. La casa de Raselda fué una de las pocas que no se derrumbaron. Raselda se acordaba que fué ese día cuando por única vez oyó la voz del abuelo. Estaban Mama Rosa, ella y Plácida conversando en el corredor, cuando en esto se les acercó Gómez, que un rato antes paseaba por la huerta observando cómo las gallinas se amontonaban y cacareaban. Las mujeres se asustaron. Era la primera vez que tal cosa sucedía. Gómez parecía un loco, tenía los ojos vagos, el pelo revuelto, y con voz cavernosa, lúgubremente, dejó caer una a una estas palabras: "Va a temblar".

Fué el año siguiente cuando Gómez se suicidó. Mama Rosa quedaba sin recursos, pero su hermano Antonio, desde Nonogasta, donde vivía, le rogó que se viniera a vivir con él. Raselda no interrumpió los estudios y permaneció en la casa de Rosario los dos años que le faltaban para terminar. Doña Críspula no quiso recibir dinero por la pensión de Raselda, que fué en esos dos años para ella como una segunda hija. Raselda durante todo este tiempo sufrió una crisis sentimental. Leía novelas vorazmente y se pasaba las horas soñando. No estudiaba y terminó los cursos con suma dificultad. Apenas recibió su título, la llevaron a Nonogasta.

Allí vivió ocho años. Antonio Pomarán tenía una hija soltera. Se llamaba Eduvigis y era cuarentona, beata y escrupulosa. Raselda no hizo amistad con día. Estaba,