Página:La media naranja 1.djvu/14

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
286
La media naranja

Riqueza de corazón y de inteligencia. Valiente puñado!...

Y ¿qué quieres? lector; Gonzalo no tiene otra riqueza. Vive de su pluma y por eso es pobre, pero su talento vale un dineral. Yo te lo aseguro.

El oro andaba por los suelos entre los Indios; y no por eso dejaba de ser oro. Por una cuenta de vidrio daban los Indios un puñado de aquel oro, en tiempo de la conquista, se entiende.

El oro del entendimiento anda en España por los suelos, pero no deja de ser oro, por más que los poetas, como los Indios, vendan por una migaja de pan los puñados del oro de su corazón y de su frente.

Pero esto no es culpa nuestra, ni del lector, ni del pobre Gonzalo que trabaja como un negro para vivir como un blanco.

Cuántas veces, en medio de sus trabajos, se encarama sobre la mesa que tiene colocada delante de la elevada y pequeña ventana situada á una cuarta más alta que su estatura. Esa ventana cae sobre el jardin de un precioso palacito; desde allí Gonzalo aspira el aroma de las flores, cuando las hay, contempla el Prado, el Botánico, el Retiro, que á su vista se extienden, absorbe el soplo vivificador de la naturaleza, se empapa en la alegria de un rayo de sol, en la poesía flotante del aire azul y trasparente, y entonces, con nuevas fuerzas, vuelve á su trabajo, más animado, más consolado, y escribe con el vértigo inspirador de la desesperación y de la esperanza, que ambas antitesis caben en la extraña síntesis del alma de un poeta.

Sorprendamos á Gonzalo en la intimidad de sus soledades.

Apuesto á que el lector espera ver un poeta sucio, mugriento, raido y melenudo.

Nada de eso: las relucientes botas de charol que calzan sus pequeños pies, el bien cortado y fino pantalón claro que modela sus artísticas formas; el chaleco negro que ciñe su cuerpo esbelto y elegante; la blancura de su bien planchada camisa; el gracioso nudo de su flamante corbata de seda azul oscuro; la corta bata encarnada que tiene puesta, la fina levita y el sombrero que hay sobre la cama, todo indica que Gonzalo puede en elegancia competir con un milord, y presentarse en cualquier parte; todo revela que rinde al mundo el exigido culto, que tiene el pudor y el orgullo de su pobreza; y que al cerrar la puerta de su cuarto, encierra en él el secreto de su vida y se lanza á un mundo que hoy